La Sacralidad de la Triada Prenatal: Cordón, Amnios y Placenta. En: Placentera (Diana Vegas)

Amor y erotismo entre dioses y mortales (contrainfo.com)

Para los antiguos griegos, el erotismo era una forma de expresión del gozo de vivir la vida en compañía de sus dioses, con quienes compartían un mismo orden colectivo. Para entender este concepto, es necesario ubicarse dentro de una cosmovisión que implica dejar a un lado los patrones mentales instituidos por la cultura occidental y cristiana y olvidar las pautas de conducta referentes a monogamia, heterosexualidad y fidelidad.

"Leda y el cisne", de Emmanuel Benner. (1836-1896. Francia)

Por Guillermo Llerena Cano. En la mitología griega, Zeus gobernaba el cielo, y sus hermanos Poseidón y Hades tenían el poder sobre el mar y el submundo, respectivamente. Casado con su hermana Hera, Zeus era padre de Ares, dios de la guerra; de Hebe, diosa de la juventud; de Hefesto, dios del fuego, y de Ilitía, diosa del parto. Fiel reflejo de los griegos de la época, Zeus no conseguía saciar su deseo por la búsqueda de placer, pasión que solo sosegaba mediante el rapto o la seducción de jóvenes y bellas mortales, para lo cual se valía de fantásticas estrategias encubiertas en su poder sobre la metamorfosis. Contrainfo.com

Los relatos sobre el rapto de Europa, el mito de Dánae y el de Leda y el Cisne han sido y esperamos que sigan siendo, valiosas fuentes clásicas de inspiración erótica para poetas y artistas plásticos.

Europa hija de Agenor, Rey de Sidón, se encontraba jugado con sus compañeras en la playa, cerca a una manada de vacas, por lo que Zeus que estaba impresionado por su belleza se mezcló con el rebaño convertido en un hermoso toro blanco con cuernos semejantes a un creciente de luna. Poco a poco, se fue acercando y acabó tumbándose a los pies de la bella Europa. La muchacha, asustada al principio, fue tomando confianza, comenzó por acariciar al animal y termino sentada en su espalda. Sin dejarle tiempo para reaccionar, el toro se levanto y se lanzo hacia el mar. Así llegaron a la isla de Creta y en Gortina, Zeus se une con Europa. Fruto de estos amores nacieron Minos, Saperón y Radamantois.

Por amor o pasión se mata, se miente, se expían culpas, se rompen amistades y se disuelven lazos familiares.

Dánae era una de las hijas de Euridice y de Acrisio, Rey que alternaba el gobierno de Argos con Preto, su hermano gemelo. Consultando el oráculo, Acrisio se entera de que no sólo no tendría hijos varones, sino que su nieto, el hijo de Dánae, le daría muerte y decide recluir a su hija en una sólida cámara para evitar cualquier contacto carnal. Zeus se enamora de Dánae, que yacía desnuda sobre un lecho soñando con su ansiada libertad, se transforma en una suavísima lluvia dorada y entra en la habitación por una de las rendijas de la cámara. Así, gota a gota, Zeus va impregnando el cuerpo desnudo de Dánae. Estas gotas doradas, la invadieron toda, introduciéndole la semilla de una nueva vida, la de Perseo.

Leda era una princesa de Etolia y estaba casada con Tindáreo. Zeus se apasiono por ella y en el lago, transformado en cisne simulaba huir de un águila; una vez refugiado en su regazo logró vencer su resistencia con caricias y tuvieron amores. Leda, durmió con su marido esa misma noche. Según la leyenda, Leda puso dos huevos, de uno de ellos nacieron Helena, que sería raptada por Paris y llevada a Troya, y Pólux, uno de los Dióscuros, ambos seres divinos; del otro huevo nacieron los hijos de Tíndareo, Cástor, el otro Dioscuro, y Clitemestra que sería esposa del rey Agamenón.

Desde que el hombre comenzó a buscar explicaciones para los fenómenos naturales, que a la vez lo fascinaban y aterrorizaban, creó los dioses segun su propia imagen y los dotó de sus mismos atributos, para poder reconocerse a sí mismo en ellos.

Para los antiguos griegos, el erotismo era una forma de expresión del gozo de vivir la vida en compañía de sus dioses, con quienes compartían un mismo orden colectivo. Para entender este concepto, es necesario ubicarse dentro de una cosmovisión que implica dejar a un lado los patrones mentales instituidos por la cultura occidental y cristiana y olvidar las pautas de conducta referentes a monogamia, heterosexualidad y fidelidad.

El amor y el deseo, eran interpretados como fuerzas fantásticas y creativas, que proveían la energía para mover el mundo, el fin justificaba los medios; el erotismo creativo, lo era todo.

El deseo erótico no se inhibía ante ningún obstáculo y se expresaba con total libertad entre los miembros de una misma familia, en el mundo de los dioses y en el de los mortales. Ninguna cultura muestra las relaciones incestuosas de una forma tan explícita, ni exalta con tanta libertad los vínculos homosexuales masculinos y femeninos.

Los mitos a los que nos hemos referido, son alabanzas alusivas al vehemente deseo erótico entre el poder (un dios) y la inocencia (una mortal); el es poderoso, ella joven y bella y juntos engendran hijos divinos e hijos mortales. La gran ave con pene capaz de copular con Leda, la suave lluvia que impregna y preña a Dánae y los encantos seductores del toro que secuestra a Europa, son elementos eróticos explícitos, producto de una fantasía que encontró en la metamorfosis su mejor recurso.

Fuente: Guillermo Llerena 

 

http://www.contrainfo.com/11179/amor-y-erotismo-entre-dioses-y-mortales/

 

LA DIOSA TANIT OTRO ASPECTO DE LA DIOSA MADRE CHAXIRAXI. En: LA IGLESIA DEL PUEBLO GUANCHE (Eduardo Pedro García Rodríguez).

Digamos que la energía femenina, vamos ahora a llamar así a la energía de La Diosa Chaxiraxi, es muy compleja y es difícil, por no decir imposible, de encasillar por la mente humana con un arquetipo único, por rico y amplio que éste sea. Pero para aproximarnos a su comprensión, digamos que la energía de la Divinidad tiene un carácter “multipolar”, que partiendo de un mismo núcleo común a todos estos arquetipos, la fuente creativa y generativa, se encarna y manifiesta en la creación terrestre/humana con múltiples caras y polos, con múltiples aspectos y facetas diferentes, con distintas variantes periféricas que han llevado a los seres humanos que la captan a sentirla y representarla mediante deidades arquetípicas que presentan bastantes diferencias externas, pero siempre partiendo de un mismo núcleo común Madre-Mujer receptivo, creativo, generativo.

Según expone el Dr. En Biología en la Universidad Mayor de San Marcos en Lima, e investigador de las religiones antiguas Guillermo Llerena Cano:

“En el norte de África, al oeste del valle del Nilo desarrollaron un conjunto de etnias autóctonas del Magreb, los bereberes, amazig  o mazigios; que  fueron conocidos por los antiguos romanos como numidios y por los europeos medievales como moros. En las actuales Islas Canarias, se establecieron como la etnia Guanche, una civilización generada a lo largo de siglos por los primeros pobladores de estos territorios. El nombre guanche de la Diosa madre aborigen es Chaxiraxi, que significa según tergiversada traducción castellana ”Madre del Sol” o  ”La que carga al Rey del Mundo”. Es en realidad otra visión de Tanit, la Diosa madre del Magreb y del Mediterráneo; es una de las innumerables denominaciones dadas a la gran Diosa de la fertilidad. La fiesta del Beñesmer guanche (la cosecha) estaba consagrada a Chaxiraxi.” (Guillermo Llerena Cano, 2010).

 La Diosa en su aspecto como Tanit y su origen africano.-

La primigenia religión del los pueblo  imazighen o amazighs (bereber) que en la lengua tamazigh quiere decir “los que son libres, o hombres libres”  es el conjunto de antiguas creencias y deidades del pueblo amazigh en sus territorios históricos en el norte de África y en el Archipiélago Canario. Muchas de las antiguas creencias amazigh tuvieron un alcance local, mientras que otras fueron importadas o producto de diversas influencias, debido al contacto que a lo largo del tiempo tuvieron estos pueblo con diversas religiones: africana, egipcia, fenicia, ibérica y griega (especialmente en la época helenística; también tienen en ella actualmente una fuerte presencia el judaísmo y del cristianismo.

El influjo más reciente en el continente proviene del Islam y de la tradición, que data de época medieval. Muchas de las antiguas creencias mazighias aún perviven en la cultura popular y en la tradición imazighen.

Antes de que naciera la civilización cartaginesa ya preexistía el culto a la Diosa Tanit en las tierras meridionales que bordean el Mediterráneo occidental.  Tanit ya era adorada en las tierras norteafricanas mucho antes de la llegada de los fenicios.

Cuando Cartago se fundó ésta ciudad adoptó el nombre de esta Diosa regional, pues encontraron en ella semejanzas con Astarté, la diosa fenicia a la que sus padres y antepasados previamente habían rendido culto en la tierra de Canaan (el Líbano).

“Los fenicios levantaron nuevos templos a sus dioses orientales importados, como, Hammon,  Baal, Bes… pero Tanit… preexistía. Muchos santuarios de esta diosa eran anteriores a los cartagineses y estos únicamente continuaron y renovaron el culto, integrándolo en el panteón y ritos de sus divinidades traídas de Oriente Próximo, sustituyendo a Astarté y emparejando a esta occidental divinidad femenina que ahora asumían con su viejo dios guerrero Baal.

La cultura púnica fue el resultado de la fusión de la colonia fenicia de Cartago en Túnez con la cultura mazigia del  norte de África durante el primer milenio antes de Cristo, y que les hizo cambiar a los fenicio-cartagineses tanto su alfabeto  original como la adoración de su ancestral  Diosa Astarté por otra similar denominada Tanit.” (Kababelan)

Cartago empezó sus alianzas con las tribus imazighen tras la Batalla de Himera, en la cual los cartagineses fueron derrotados por los griegos. Además de los cambios políticos subsiguientes, los cartagineses importaron algunas deidades mazigias.

La Diosa Astarté fue sustituida por una Diosa nativa, Tanit, que es de origen mazigio.

Su mismo nombre, “Tanit”, tiene estructura lingüística  tamazight, pues los nombres femeninos comienzan y terminan con “T” en lengua tamazight. Algunos estudiosos piensan que la Diosa egipcia Neith está relacionada con la Diosa libia Tanit (Ta-neith).

La Diosa Tanit primero como queda dicho aparece asociada a Astarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.

Pero a partir del siglo V a.e.a. se convierte en la diosa principal del panteón de Cartago, substituyendo a su predecesora. En la epigrafía a menudo aparece denominada Tnt pn B’l (Tanit faz de Baal). A partir del 400 a.e.a., su culto está documentado en muchos lugares mediterráneos: Sidón en el Líbano; Kition en Chipre; Thinissut, Hadrumentum y Constantina en el norte de África; Tharros, Sulcis y Nora en Cerdeña; y Lilibeo y Palermo en sicilia. Su grafía en púnico es Tnt, dado que las lenguas semitas se escriben sin vocales.

Pero, a pesar de que su nombre aparece escrito como Tanit, por algunas inscripciones bilingües norteafricanas, sabemos que en griego se transcribe como, y que, en consecuencia, su pronunciación verdadera, al menos en época tardía, sería aproximadamente Tinnit.

Tanit es una Divinidad de carácter astral, representada por el creciente lunar, por ello regía los ciclos de la naturaleza y, por tanto, la fertilidad de la tierra, pero también de los animales y de las personas. Tiene igualmente un carácter de Diosa ctónica, del subsuelo, y por tanto del infierno, la salud y la muerte, por lo que es protectora de los difuntos.

Mientras que su asociación con el león, influencia de la diosa egipcia Sehmet le confería un carácter guerrero casi inédito en la época.

Justamente, en algunas representaciones de terracota la Diosa aparece entronizada, como símbolo de su poder. Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta Diosa.

La asociación en Cartago de Tanit con la divinidad de origen egipcio Sid, representada por el pilar djet y cuyo culto se celebraba también en una cueva, plantea la asociación de esta Diosa con el pilar como elemento de culto (Sd-Tnt = Tanit la del Pilar) y, por tanto que, dado que la tradición anicónica de los pueblos semitas, que su imagen de culto fuera un pilar, o un betillo. Justamente, los pequeños betillos y las diferentes terracotas encontradas en  Culleram (Ibiza) ilustrarían, al menos teóricamente, el paso de las representación anicónica (betilo, ídolo-botella) a la ictónica (figuras femeninas).

Es Gran Madre, Diosa suprema: creadora, fertilizadora y regeneradora,  Diosa del amor y de la vida, de la cultura y la belleza, de la danza, de la alegría y también de la muerte.

Hay constancia de que, en el continente, la Diosa Tanit se asimiló con la romana Juno, posiblemente después de la invasión de Cartago por los romanos.

Tal como argumenta el Dr. Reyes García; “Un recurso frecuente en la implantación de las ideologías religiosas ha sido la absorción de cultos nativos. Los griegos, por ejemplo, dedicaron al dios Pan, protector de los rebaños y pastores, la antigua celebración del solsticio de invierno. Posteriormente, el cristianismo instaló la Navidad de su dios en el natalicio de esa divinidad helena. Como también domicilió la tumba del apóstol Santiago sobre el finis terrae clásico, impregnando de intereses evangélicos, mercantiles y políticos la inmemorial peregrinación hacia el límite occidental del mundo conocido, la última frontera que guardaba los arcanos del misterioso declive solar.” (Ignacio Reyes García, 2011)

Como es sabido en todas las Islas el panteón local estaba presidido por la Diosa Madre bajo diversos aspectos, con sus correspondientes dioses paredros,  por ello al catolicismo no le fue difícil el imponer sus dogmas marianos sustituyendo los nombres de los aspectos locales de la  Diosa por otros de la madre de Jesús, pues si bien para el catolicismo María la Madre de Jesús podía tener la consideración de divinidad de segundo orden, no así para los catequizados que veían en ella  a la Diosa Madre bajo otros nombres y otros ropajes. Por otra parte, no deja de ser singular el hecho de que la presentación de estas imágenes sus vestimentas están colocadas de tal manera que representan un triangulo rematado por un círculo (la corona), además están adornadas con los atributos propios de la Diosa Madre, tales como estrellas de de ocho puntas, lunas crecientes etc.

Puede decirse que los Insuluamazigh hemos mantenido nuestra especificidad cultural gracias a una capacidad de adaptación prácticamente camaleónica, que nos ha permitido, entre otras cosas, pasar por católicos cuando en sentido estricto dicha condición es cuestionable en base a manera especial en que la mayoría del pueblo canario practica el catolicismo.

En Canarias, la Diosa Madre fue absorbida por el catolicismo y sus atributos aplicados a María madre de Jesús. Es un hecho  que el sentimiento religioso primitivo se reviste de formas nuevas, pero siempre subyace en la memoria colectiva.

 

Cabe preguntarse porque una religión que trata de imponerse con toda la fuerza y el poder de que disponía en aquellos momentos, siendo predicadora de un dios único y masculino, decidió fomentar la veneración a  divinidades secundarias femeninas en lugar de su deidad central el Cristo.

 

La presencia de la Diosa Tinnit- Tanit en el Archipiélago Canario.-

Los investigadores Alfredo Mederos y Gabriel Escribano nos documentan debidamente de la presencia de la Diosa Tanit en las islas mediante un interesante y exhaustivo trabajo publicado en el 2002 y del cual extraemos los párrafos siguientes:

 

“Las Islas de Tinnit, Juno Caelestis y Hera.

El texto de Plinio es fundamental, porque no sólo es la prueba más clara de las visitas de romanos y mauritanos a las Islas Canarias, sino que, simultáneamente, demuestra la precedente frecuentación y posible presencia de establecimientos púnico-gaditanos en las Islas Canarias, aún no documentados. [1]

Cuando la expedición de Juba II llega a las Islas Canarias emplea expresamente para dos islas la denominación de Junonia Mayor y Junonia Menor, en la primera de las cuales ya existía previamente una construcción, el “pequeño templo” dedicado a Juno.

Este dato ya ha permitido plantear que confirma una frecuentación cartaginesa con algún establecimiento pasajero (Berthelot, 1840-42/1978: 14), muestra la intensidad de las relaciones con las colonias cartaginesas en el litoral atlántico norteafricano (Gaudio, 1958: 156 y 1995: 27) o una presencia de bereberes latinizados (López Pardo, 2000: 90). En todo caso, la denominación derivaría de un nombre previo dedicado a Tinnit (Vycichl, 1952: 170 y 1953: 28-29; Picard y Picard, 1958: 247; Gaudio, 1958: 156 y 1995: 27; Marcy, 1962: 253-254; López Pardo, 2000: 70). (A. Mederos et al. 2002: 315-358)

Más adelante continúan los autores:

“De la segunda isla, Junonia, sabemos que tenía un “pequeño templo construido tan sólo de una única roca” (Díaz Tejera, 1988: 14), un “templecillo construido únicamente con una sola piedra” (Bejarano en Plinio, 1987: 136), “pequeño templo [aediculam] erigido en piedra” (Álvarez Delgado, 1945: 31-32), “templo pequeño construido en piedra” (García y Bellido, 1967: 25), o un “templete construido con piedra” (Arribas en Plinio, 1998). Solino (56, 16-17) dice que se trataba de “un templo [aedes] pequeño que remata torpemente en punta” (Díaz Tejera, 1988: 22), lo que sirvió a Müller (1883: 754) para proponer la lectura de “un templo construido groseramente en lo alto”. Estas traducciones recuerdan a los templos abiertos fenicio-púnicos donde figurarían un ara y uno o varios betilos de piedra.

Se ha planteado que podría tratarse de “cualquier vestigio de construcción existente o incluso algún elemento natural de características singulares, como un[a] montaña” (Delgado Delgado, 2001: 32). Sin embargo, como señala Díaz Tejera (1988: 22, n. 73), se trataba de una construcción de culto y no de una simple casa por el empleo de la palabra aedicula. Este pequeño templo no era un simple altar visitado irregularmente, sino probablemente debería tener un culto estable (López Pardo, 2000: 90), lo que explicaría el uso del término de pequeño edificio cultual o templo, aedicula, diminutivo de un templo o santuario, aedes, no empleando tampoco el de simple altar que habría sido denominado ara (Ginouvès  et alii, 1998: 8, 37-38, 48).” (A. Mederos et al. 2002: 315-358).

De este tipo de templo dedicado a la Diosa Tanit tal como lo describen los citados autores solamente conocemos dos, y están localizados en la Isla Chinech (Tenerife), los que nos induce a pensar que posiblemente existe un error al ubicarlos en otras Islas.

El primero de ellos, localizado en el Menceyato de Anaga y es el conocido como “Piedra de Taganana”, un bloque monolítico rectangular de toba roja de grandes dimensiones, está situado al aire libre en un lugar desde el cual se divisa un amplio sector de la costa  y es visible desde la mar. Este Santuario de Taganana tiene esculpido en sus caras toda la simbología de la Diosa Tanit.

Destaca del conjunto un grabada representando a la Diosa Tanit con forma de “botella” ( 30 cm de largo x 28 de ancho en su base), acompañada de otros motivos cruciformes que flanquean a cuatro escaleras con escalones construidos mediante rebaje de la piedra y que dan acceso a la plataforma superior donde se encuentran unos canalillos con cazoletas y donde destaca la presencia de una cruz con peana triangular (7 ,5 cm de altura y 4 de base), dentro de un rectángulo con uno de sus lados a doble agua (13 cm de altura por 9,5 cm de base), cuyo esquema general recuerda a la forma de las estelas.

 

El segundo excavado en un pitón de toba roja y también situado al aire libre en una pequeña planicie en un lagar despejado de la montaña y rodeado de pinos.

Este santuario dedicado a la Divinidad corresponde al Menceyato de Taoro, obsérvese el destacado triangulo a la derecha del monumento.

 

Estaciones de grabados rupestres en Chinech que contienen símbolos de la Diosa Tanit, en sus representaciones como: peces, triángulos, rombos, escaleras, manos, palmera, “botella” y cruz con peana, antropomorfos, y circuliforme radiados.-

 

   Los Baldíos (El Rosario)

Numerosos grabados con técnica incisa aparecen en piedras que forman parte de paredes que delimitan zonas de cultivo. Los motivos que predominan son las cruciformes, combinaciones de trián­gulos y, en menor número, los figurativos soliformes y antropomorfos. Estos grabados probablemente fueron extraídos de su posición originaria al despedregar y roturar el terreno.[1][2] En el Barranco de La Monja en una cueva horadada existe un grabado antropomorfo representativo de la Diosa Tanit, en otro lugar del mismo barranco y esculpido en una roca  hay otro grabado similar.

   Masca (Buenavista del norte)

Realizado sobre la roca y en posición horizontal, representa un motivo circular con radios, técnica de picado y surco en “U”. En un panel vertical un pez en relieve curiosamente asociado a cazoletas y canales, al pie de los mismos está una poceta escavada que recoge agua de lluvias.

“Niemeyer (1995) señala como fruto de sus excavaciones en Cartago un templo dedicado a Tanit. Erigido sobre un piso de tierra roja, se reparte en dos niveles, en el superior un canalillo que después de discurrir por el piso desciende por la pared hasta el nivel más bajo de la estancia para concluir en una gran poceta circular de fondo semiesférico. En este nivel, se sitúan, además, dos representaciones en mosaico de Tanit o Astarté, en su modalidad de triángulo y por una “roseta”.” (M. del Arco Aguilar)

   Matoso (Buenavista)

Inscripción esquemática  figurativa de la Diosa Tanit asociado a un grabado cruciforme

   El Fustín (Guía de Isora)

Grabados esquemáticos geométricos, radiales y cruciformes triangulares y antropomorfos.

   Roque de Jama (Arona)

Grabados esquemáticos geométricos constituidos por figuras cuadrangulares con aspas (cuatro triángulos).

   Punta del Hidalgo (La Laguna)

Yacimiento de Dos Hermanos, conjunto de inscripciones rupestres labrados en latoba roja, son símbolos representativos de Tanit, Cruz con Peana y “Botella”.

La pequeña estación de grabados de la Verdellada (La Laguna) ofrece un motivo de cruces con peana triangular engarzadas a modo de árbol genealógico que está acompañado de signos alfabéticos líbico-bereberes y que recuerda en cierta manera a las denominadas de forma cerebroespinal por Dubal y Larrrey (1995.

   Los Baldíos  (La Laguna)

Proliferan los grabados antropomorfos, cruciformes, de “botella” y triangulares, todos ellos representativos de la Diosa Tanit.

Ifara (Granadilla)

Representaciones de palmas, mano abierta y rombos.-

   San Miguel

En una amplia zona que abarca La Centinela, El Cabuquero, Cambados y El Roque de La Aldea, encontramos  un excelente grabado de “Cruz con Peana” asociado a rombos y dameros.

Cruciformes son abundantes en: Morro Grueso, Roque Bisechi y Aripe.

En Igueste de Candelaria en el Barranco de Chacorche existe una estacion de grabados rupestres en la que destaca la figura de un pez de 180 por 45 cm. Asociado a cruciformes pocetas y canalillos.

Como hemos visto, son patentes e irrefutables los vestigios arqueológicos y epigraficos que atestiguan la presencia de la Diosa Madre en su aspecto como Tanit en todo el archipiélago.

El Triangulo símbolo por excelencia de La Diosa Tanit.-

El Símbolo.-

Muchas veces nos encontramos frente a símbolos que nos llaman la atención y que portamos, incluso, los llevamos a casa porque nos gustan, nos sentimos atraídos o simplemente porque “están de moda”. ¿De qué símbolos hablamos? ¿Cuál es la importancia de conocerlos? Los símbolos son formas de comunicación que va más allá del idioma, se trata lenguaje subliminal que va directamente al inconsciente personal y al inconsciente colectivo.

Estos símbolos han estado siempre presentes en la historia de la humanidad, algunos de forma solapada y otros de forma tan abiertamente y pública que pasaron y continúan pasando desapercibidos.

Es cuando menos curioso la cantidad de símbolos pertenecientes a la ancestral cultura canaria que actualmente  están de moda, siendo usados por artesanos, escultores y arquitectos en sus obras, e incluso asumidos por organismos oficiales u oficialistas y usados como signos distintivos. También son usados en algunos casos  como adornos personales, pero con un total desconocimiento de su significado religioso, en la mayoría de los casos. (Guayre Adarguma, 2008)

El símbolo nombra a las cosas y es uno con ellas, no las interpreta ni las define.

En verdad, la definición es un elemento occidental y moderno, aunque ya procedente de la Grecia clásica. Aun cuando no se lo considere solamente un elemento visual —ya que puede ser plástico o auditivo— hoy en día suele asociársele a ese concepto, porque la vista fija y cristaliza imágenes en relación con momentos históricos relacionados en mayor medida con lo espacial más que con lo temporal. En otras palabras, cada cosa debe verse como una metáfora en la que este lenguaje codificado sólo es accesible para quienes se adentran en algún camino iniciático.

Tradicionalmente, el símbolo ha sido un intermediario entre dos realidades: una perceptible, conocida; y otra desconocida, menos perceptible que la primera, por lo cual esa relación se transforma en el vehículo que posibilita la búsqueda de la esencia, por medio del conocimiento; esencia que será de variada naturaleza: espiritual, cognitiva o de algún otro tipo. (Andrew Prescott).

Al respecto dice Vâlsan (1969:25) que:

“el símbolo no expresa ni explica, solo sirve de soporte para elevarse, mediante la meditación, al conocimiento de las verdades metafísicas. Su ambigüedad vela yrevela la realidad y su carácter polisémico posibilita su interpretación en diversos órdenes o planos de la realidad. Por eso, cada ser humano penetra según sus aptitudes (calificación intelectual) en la intimidad del símbolo. La polisemia es el reflejo sensible universal de la unidad esencial del símbolo.”

La pluralidad de sentidos incluida en cada símbolo se basa en la ley de correspondencia (analogía): una imagen sirve para representar realidades de diversos órdenes o niveles, desde las verdades metafísicas hasta las que son como “causas segundas” con respecto a aquéllas. Los diversos sentidos del símbolo no se excluyen, cada uno es válido en su orden y todos se completan y corroboran, integrándose en la armonía de la síntesis total.

Podemos, entonces, suponer que nuestra capacidad de comprensión de un símbolo aumentará en la medida en que nuestro «conocimiento previo» posea mayor cantidad de definiciones que nuestra percepción pueda aplicar a la aprehensión, a la internalización de dicho símbolo. Este conocimiento previo que los individuos traen a una situación de aprendizaje, influye sobre cómo y cuánto se comprende, se aprende y se retiene. El activar este tipo de conocimiento permite ofrecer un marco semántico para interpretar y asimilar la información nueva.

La generación de esquemas de interpretación incrementa las probabilidades de que el contenido de los materiales sea codificado con éxito.

Dicha realidad metafísica se manifiesta, justamente, en el mundo sensible a través del símbolo. Gracias a esta intermediación se hace posible para el ser humano adquirir

En algunas representaciones La Diosa se simboliza como un triángulo con un ojo dentro -el ojo que todo lo ve-, significando así esa síntesis trina que supone la unión de lo material con lo espiritual, arrojando un tercer aspecto que nace de la unión de los dos anteriores, y que le da el Poder. Ello le hace capaz de expresarse como ser espiritual dentro de un marco material.

Con la punta hacia arriba es un símbolo solar y representa la vida, y el sexo masculino, la potencia genésica, el “lingam” del Hinduismo. El triángulo con la punta hacia abajo es lunar y simboliza el principio femenino, la matriz, la Diosa, la Gran Madre, y corresponde al símbolo alquímico del agua y del sexo femenino, el “yoni” (significa matriz) del Hinduismo. (Diana et al).

 

EL TRIANGULO: SIMBOLO SAGRADO Y REPRESENTATIVO DE LA DIOSA TANIT

Para Plutarco: “el triangulo inscrito en un circulo simboliza los arquetipos o modelos de las formas que han sido, que son y que serán. La eternidad reside alrededor de ellas, y desde ellas, el tiempo fluye como un arroyo, inundando los mundos”.

La representación de las denominadas Venus o Diosas–Madres y de otras Diosas derivadas de ellas ha sido generalmente un triángulo o trapecio, colocando en el vértice superior una barra horizontal a modo de brazos y cuyos miembros aparecen, en algunas representaciones, algo elevados, y un círculo encima de este, el disco solar. Este es el signo con el que se representa a la Diosa Tanit, que se repite en Cartago, en el Mediterráneo, en la costa occidental africana y en las islas Canarias. (José Ferrer, 2007).

La religión griega tiene sus orígenes en los pueblos libios del norte de África, uno de los detalles mas significativos es la identidad casi total que se encuentra entre los atributos, títulos y características de la Diosa griega Athenea con la más antigua Diosa cartaginesa Tanit.

La Diosa  Tanit fue imitada por posteriores Diosas griegas y romanas, que debido al colapso de la civilización cartaginesa-púnica, la suplantaron en todos sus templos y ciudades. Sólo gentes sencillas del campo persistieron en su recuerdo y veneración. Su culto perduró a partir de entonces tan sólo en secretas oquedades y cavernas. Y en los lejanos siglos posteriores se la conoció como la Diosa de las Cuevas. (Guillermo Llerena Cano, 2010).

Atributos de la Diosa Tanit.-

La Diosa Tanit es Señora del Cielo y el Infierno, Diosa del Amor, de la Fortuna, de la Felicidad, de la Fecundidad y hasta de la guerra y de la muerte, del Luna, y de la fertilidad. Es adorada como Diosa astral que unía el cielo con la tierra.

También fue conocida como Diosa de la lluvia y para obtener sus favores sacrificaban ovejas y palomas. Su antecesora era Astarté, la diosa del amor, cuyos orígenes se remontan a Ishtar en los tiempos de Babilonia. Más tarde y bajo la influencia romana, como queda dicho Tanit se convertiría en la diosa Juno.

También muchos eruditos equiparan a Tanit con la Diosa griega Demeter o con Hera. Tanit entroniza rodeada por Leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Lejana, turbadora. y Cálida.

Tanit, en sus representaciones como Istar, Ishtar, Astoret, Astarté, Tara,  Diosa Celeste, Moneiba, Diosa de Abona, Diosa de Tajao, Abora, Chaxiraxi, que como hemos dicho son diferentes nombres para la única Diosa, entre cuyos atributos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco Solar, el octágono y una estrella de ocho puntas que la simboliza universalmente también es representada por Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba, estrella Canopo, Venus etc. En su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna   y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal judeo-cristiana era llamada por los profetas judíos como hemos dicho “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del Universo, la Diosa naturaleza. Así pues, de lo  que no queda ninguna duda es  que Tanit, Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté  crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos, anteriores a las modernas religiones monoteístas, y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún). (Eduardo P. García; 2002).

A lo largo de la historia de la civilización, La Diosa Tanit y sus paredros o aspectos han tenido un protagonismo vital, hasta que lentamente les fue usurpada su adoración por la idea de un único dios masculino y guerrero vengativo, inmirisicordioso.

De todas formas, sincretismo mediante, en historia de la cristiandad se ha visto como muchas Diosas fueron asimiladas al panteón oficial del catolicismo convertidas en santas. Incluso, la virgen María, madre de Jesús de Nazaret, aún sin tener estatus de divinidad en el dogma oficial, recibe un culto tan relevante en determinados sectores del catolicismo que sin duda la convierte en una deidad central.

En el 432 e.d.a.., en el concilio de Éfeso (causalmente ciudad famosa por su devoción a Artemisa o Diana como la llamaban los romanos), se proclamó a María “Madre de Dios”. En 1854 el Papa Pío IX definió el dogma que sostiene que la “Santísima virgen María” fue protegida de toda mácula de pecado original al primer instante que fue concebida.

 

   La Diosa Tanit en nuestro continente África.-

La Diosa se cubría con una esclavina de alas de buitre (sarcófago de Cartago)

Estaba asociada al León como Diosa de la Guerra. Es la gran donadora de lluvia y de rocíos, virgen y madre. Los romanos perduraron su culto junto a Baal con la Diosa Caela Caelesti y los cristianos con San Agustín de Hipona quien introdujo el culto a la Diosa en el cristianismo mediante las vírgenes negras. También se cree que son representaciones de la Diosa, las Damas de Elche y de Basa. De ahí su belleza hierática, lo sobre cargado de sus atributos. El caduceo, símbolo de la sabiduría. La media Luna. La granada y la fruta funeraria. Uno de los signos de Tanit que  se repite en Cartago como en  las Islas Canarias es un triángulo o trapecio, en el vértice superior una barra horizontal cuyas extremidades a veces se elevan perpendicularmente, y un círculo encima de éste (La Sol). Es el símbolo más antiguo de la Diosa y que se usa como protector contra las malas influencias, para proteger las aguas y las cosechas. Tanit entroniza rodeada por leones. Cubriendo con su manto a los mortales. La que llora a través de la lluvia fecundante. Tanit Kurotrofos, aquella que alimenta o amamanta. Es Diosa de la muerte. Lejana, turbadora. Cálida y cruel al mismo tiempo.

Según parece, la vasta región que se extiende de oeste a este entre el cabo Espartel y el cabo Bon, con una extensión de unos 1.550 kilómetros , que se presenta fraccionada en diversos macizos de difícil acceso, se hallaría a la sazón habitada por tres elementos étnicos: proto-mazigios (protoberéberes) de elevada estatura, también denominados íbero-mauritanos, que a mediados del I milenio, tras asentarse en algunas sierras, pudieron llegar voluntariamente o ser forzados -en lo que se refiere a alguna fracción- a su asentamiento en el Archipiélago Canario, ante la presión de otras gentes llegadas desde el ámbito tripolitano y que vienen siendo conocidas, ya como capsienses, ya como libios. (África del Norte en la Antigüedad, Arte Historia). La existencia de estatuillas representativas de la Diosa-Madre en África, está contrastada desde el II milenio a.e.a. En lo que respecta al noroeste africano en el inmenso desierto del Sahara abundan los grabados y pinturas rupestres referentes a la Diosa-Madre, además de representaciones zoomorfas son una prueba de que en el continente donde surgió la humanidad, fue el lugar donde se inició el culto a la divinidad. Como hemos dicho hasta hace unos 8000 años una extensa sabána ocupaba lo que hoy es el desierto, en ella proliferaba la vida tanto vegetal como animal y desde Mauritania hasta el Senegal los grupos humanos encontraban los medios necesarios para desarrollar la vida. (Arnay et al. 2002)

Así pues, todo parece indicar que el norte de África, al oeste del Nilo, en un territorio que englobaría gran parte del Sahara occidental y del Magreb actual, estuvo habitado hace aproximadamente más de 6000 años por una serie de etnias con un sustrato cultural común. Estos pueblos o etnias constituirían, desde el punto de vista lingüístico, lo que se ha denominado área o sustrato líbico-bereber; otros autores hablan de «Protobereber» (J. Desanges, 1982).

Tras éste concepto se encontrarían nombres de pueblos de la antigüedad como Temehu y Libios entre Egipto y Libia, Nasamones y Psylles de Libia, Garamantes y Atarantes del Sahara, Gétulos y Numidas de Argelia y Túnez, los Guanches de las Islas Canarias, Zenetes, Mauros y Sanhadja entre Marruecos, Argelia y Malí, etc. (Camps, 1980) (Guillermo Alonso Meneses, 2007).

Como hemos visto anteriormente la iconografía egipcia del Imperio Nuevo ya alude a los “Temehu” o “Tehennu”, que se caracterizan por llevar coleta y tener tatuajes, los cuales eran agrupados en dos grupos básicos: los “Libu” (que portan taparrabo) y los “Meswes” (que portaban una funda fálica). Estas fuentes egipcias ofrecen los datos históricos más antiguos sobre lo amazigh (lo líbico-bereber o “protobereber”).

Por otra parte, la paulatina desertificación del Sahara fue aislando a muchos de estos grupos pastores en zonas de montañas o empujándolos hacia las periferias húmedas del norte y del sur, donde entran en contacto con otros pueblos e incluso se llegan a mestizar. Las primeras fuentes históricas (Herodoto, Estrabón, Plinio) hablan de distintas tribus y/o pueblos: Amantes, Cinithi, Garamantes, Guzantes, Canarii (guanches), Libyophenices, etc. (Muñoz, 1994). (Guillermo Alonso Meneses, 2007)

Así mismo, el gran número de exvotos en forma de figuras femeninas acampanadas cubiertas con un manto en forma de alas (influencia de la egipcia Isis), con sus atributos religiosos de carácter vegetal y astral, iconográficamente coinciden bien con representaciones de esta Diosa.

Como queda dicho la Diosa TNT es de origen oriental. Primero aparece asociada aAstarté en una inscripción encontrada en Sarepta, en el sur del Líbano, de fines del siglo VIII-inicios del VI a.e.a.

[…] En todo el Mediterráneo fenicio, desde Tiro hasta Gadir, encontramos el culto  ya en cumbres o en “lugares altos”, así como a o en elementos naturales como piedras, manantiales, estanques, árboles o cuevas. Entre los ritos desarrollados en estos lugares tenemos, a su vez, la realización de libaciones de agua, leche, vino, aceite o manteca, tradi­cionales símbolos bíblicos de la prosperidad y la riqueza. Además, el rezo y la plegaria se realizaban elevando las manos al cielo. También puede observarse entreestos grupos semitas el uso de representaciones zoomorfas como expresión de prosperidad y fertilidad, tal es el caso del pez o el toro. En cuanto a las prácticas funerarias, ya hemos citado los enterramientos en decúbito supino sobre armazón de madera, o sarcófago, en fosas individuales o colectivas, cistas o hipogeos a los que se accede mediante pozo o plano inclinado -con o sin gradas-; a ello habría que unir la costumbre (no generalizada en todas las capas sociales ni en todas las regiones afectadas por el influjo próximo-oriental, pero sí presente entre los fenicios por contacto con sus vecinos egipcios) de tratar los cadáveres con productos aromáticos y conservantes, así como su posterior cubrición con bandas de diversos tejidos fuertemente apretados (Ribichini, S. eíxella P., 1994: 36).

Independientemente de su cosmopolitismo, la milenaria civilización egipcia presenta rasgos que ponen de manifiesto sus raíces africanas y que se entrevén -pese a la actual investigación aún hoy ardua e incompleta- en ciertas relaciones. Así, es sabido que numerosos soberanos africanos, siguiendo las pautas impuestas por la institución faraónica, habrán de ser considerados por sus vasallos como portadores o vicarios de Lo Sagrado, lo que les hace poseedores de un poder en cierto modo omnipotente que se suponía extensivo al clima, ritmo estacional y diversos meteoros, hasta el punto de lograr la lluvia a su antojo.

La africanidad del Egipto faraónico se pone asimismo en evidencia en el terreno religioso, donde indudablemente se aprecia un origen autóctono de cultos, mitos y ritos. Ahí están los nombres dados al Dios-Carnero y su culto como Amon, cuyo origen libio parece hoy incontrovertible.

En el terreno ergológico podrían asimismo aducirse diversos ejemplos no sólo de la vida cotidiana, sino también de la vida colectiva y del ceremonial. El empleo de concretos productos vegetales aromáticos, que se queman en rituales particulares. Es notable también que el soberano egipcio asuma concretos tocados que pudieron ser imitados por otros pueblos africanos; el uso de cetros y fustas por ciertas jerarquías; la difusión alcanzada por algunas armas arrojadizas (desde proyectiles lanzados por propulsor, a multipuntas y el mismo boomerang y armas asimiladas, de estos boomerang o bastones de caza fueron encontrados dos en la Isla Benahuare (La Palma).

 

Es más que probable el que algunas de las expediciones marítimas organizadas por los faraones egipcios para circunvalar el continente africano y dirigidas por pilotos fenicios, recalaran en su periplo en algunas de las Islas Canarias especialmente en las de Gran Canaria, Tenerife y La Palma, éstas estancias no debieron ser lo suficientemente dilatadas en el tiempo como para dejar una gran impronta cultural, pero sí dejaron huellas de su paso y estas han perdurado durante un largo periodo de tiempo. Por ello, creemos que, los vestigios existentes en las islas y que son de indudable adcrisción egipcia, pudieron ser aportados por las poblaciones líbico-beréberes, las que en adelante denominaremos más acertadamente como líbico-mazigias, o por propios contingentes egipcios establecidos durante el periplo de Nekao, tal como hemos apuntado. Estas poblaciones líbico-mazigias, mantuvieron durante largos periodos de tiempo profundos contactos con los egipcios y consiguientemente asumieron parte de su cultura, (época en que los awaritas (Palmeros) estuvieron instalados en Hawara, como he expuesto en mi trabajo La Diosa Madre en Canarias). Los Libios gobernaron el país de los faraones en el transcurso del llamado tercer periodo intermedio, conformando la XXII Dinastía (950-730 a.d.n.e.) conocida como Dinastía Libia, la cual tuvo como capitales a Bubastis y Tanis, nombre éste último que es una trascripción griega de Yani (para la Biblia es la ciudad de Soan) bajo Egipto, fundada en 1730 a.e.a., en la XII Dinastía, y alcanzó su máximo apogeo bajo la dirección de los reyes pastores, posiblemente esta ciudad dio el nombre de Tinnit aplicado por los imazighen a la Diosa-Madre, práctica habitual en la época en que las deidades daban nombre a las ciudades donde era veneradas y viceversa.

La Diosa Tanit en Canarias.-

Tanit, en sus atributos como Istar, Ishtar, Astoret, Astarté, Tara, Chaxiraxi, Diosa Celeste, Moneiba, Diosa Abona, Diosa de Tajao o de La Luz, Abora, Moneiba, que como hemos dicho son diferentes nombres para una misma Diosa, entre cuyos símbolos figuran como hemos indicado la media Luna, el disco solar, el triangulo, el octogono y una estrella de ocho puntas que además de ser el símbolo universal de la Diosa-Madre, simboliza también a Venus o estrella de la mañana que en Canarias es conocida como lucero del alba.

Como hemos indicado Tanit en su representación de Aster, su nombre significa estrella de la mañana. Así pues como hemos indicado tanto Astarté como Istar, es la Diosa del Luna y del planeta Venus, y en la religión monoteísta y patriarcal era llamada por los profetas judíos como “Reina de los Cielos” (Melekethas-Samaïm) y esposa del Sol, o el “Rey de los Cielos” (Baal Samaïm), es decir, la verdadera soberana del mundo, la Diosa naturaleza. Así pues, de lo  que no queda ninguna duda es de que Astarté, la Diosa-Madre, es la Diosa del fuego y la luz, la señora de los astros y Diosa de la fecundidad. Astarté  crea la Dinastía de los grandes dioses antiguos, anteriores a las grandes religiones monoteístas patriarcales, y potencia la vida a través de la sabiduría (en este caso simbolizada por el delfín, otra de sus representaciones, en el caso gaditano-cartaginés por un atún) (Gitanita. 2001).

Es probable que la casta sacerdotal de la isla de Chinech (Tenerife) conocida como Samarines, (Sacerdotes Samaras) que siempre estuvieron rodeados de un gran hermetismo estuviese dedicada al culto de la Diosa y al estudio e interpretación de los astros, así como la medicina.

Así pues, la Diosa-Madre llegó a las Islas Canarias con las primeras arribadas exploradoras egipcios-púnicos, y posteriormente con los mazigios. Estos últimos abordaron las islas directamente desde el continente en una primera etapa y, como pueblos transportados posteriormente por gaditanos y cartagineses, en todo caso, ambos contingentes poblacionales eran portadores de un amplio substrato cultural de origen egipcio del cual quedaron en las islas huellas fehacientes como hemos visto. En las Islas, la Diosa tomó varios nombres como hemos visto, incluso los romanos de Here o Hera, o Juno, aplicado por éstos a Tanit después de que destruyeron Cartago y asumieron su imperio como resultado de la tercera guerra púnica.

Ahora bien, la pregunta que durante centurias se ha venido planteando por los historiadores e investigadores sobre nuestros ancestros ha sido: ¿Cuándo llegaron los primeros pobladores a las islas? Como hemos anotado, durante las últimas décadas uno reducidos grupos  de intelectuales de mentes abiertas y con verdaderos deseos de investigar objetiva y honestamente, han venido formulando hipótesis cada vez más acertadas a la luz de los últimos descubrimientos arqueológicos y mediante un estudio en profundidad de las antiguas fuentes bibliográficas. Uno de estos documentadísimos trabajos es un extenso artículo desarrollado por D. José A. Delgado Delgado, de la Universidad de La Laguna, al cual vamos a seguir en las páginas siguientes, en las que trataremos de aproximarnos a la ruta marítima seguida por la Diosa-Madre hasta su arribo a las islas en tiempos arcaicos.

Uno de los vestigios arqueológicos mediante los cuales se suele atestiguar las navegaciones en la antigüedad, por las costas y puertos son aparte de los pecios, las ánforas que durante las operaciones de carga y descarga de los navíos suelen caer al mar, además de las que como es lógico suelen quedar en tierra con los productos que contienen. De estas vasijas anferoides de clara adscripción púnica así como otros objetos abundan en las islas, especialmente en las de Fuerteventura y Lanazarote, donde se localizan una buena muestra de ellas  así como en Tenerife.

Una porción de estas ánforas de Tenerife de clara adscripción púnica son los cuatros ejemplares encontrados en el yacimiento de Montaña Reventada por la Dra. Arnay, así como otras dos localizadas por la misma doctora. Se trata de una cerámica nunca valorada ni ambientada de modo adecuado hasta el momento. Michel Ponsich (1970) nos proporciona una serie de noticias de vasos provistos de cuello y sin apéndices, encontrados en sepulturas púnicas de la zona de Tetúan y de factura bereber hechos a mano, y de tipología púnica, que podrían ponerse en estrecha relación con nuestros vasos. (Rodrigo de Balbín Berhman, et al 1995:14) En otro lugar de este trabajo abordamos más ampliamente este hallazgo. (José A. Delgado Delgado).

En la isla de Tenerife, y según comunicado personal de un grupo de personas que practican submarinismo, existen ánforas de posible adscripción púnica en los siguientes lugares del litoral tinerfeño; Icod, proximidades del puerto de la Cruz, Punta de Guadamojete, costas de Arico y costas de Arona (Los Cristianos y Playa de Las Américas). (Rafael Molina Tejera, 2001).

“Desde el hallazgo, excavación y publicación de la piedra Zanata, hemos seguido actuando hacia la búsqueda de los restos de la colonización feno-púnica de Canarias. En este sentido se siguió la prospección de las proximidades al yacimiento Zinete, en la intención de documentar y ambientar todo lo posible el hallazgo, y conocer en profundidad el comportamiento arqueológico de las zonas altas de la isla. Así fue encontrado el sitio de la Cañada de los Ovejeros, por Rafael González Antón y Antonio Vela, en Diciembre de 1993. (Rodrigo de Balbín Berhamann et al. 1995:16).

Este yacimiento, está compuesto de un conjunto de grandes piedras formando un gran circulo al pie de la montaña de Tomás Seche, lugar donde abundaban los Cedros Canarios, y zona de abundante extracción de pez  debido a la abundancia de pinos canariensis muchos de ellos centenarios que cubren no sólo la montaña, sino todo el entorno, muchos de los cuales aún conservan huellas de las incisiones que se les hacían para extraerles la savia con la que se elaboraba la pez producto profusamente empleado entre otras aplicaciones, para calafatear barcos.

“…Tenemos un último monumento muy llamativo, que son los enterramientos infantiles en ánfora de Cendro, Telde, en el NE de Gran Canaria. No existe aún sobre este documento ningún estudio científico, sino parcas noticias de periódico y referencias genéricas (Museo Canario. 1984.) Su expectación es tan grande como el deseo que tenemos de que su excavador publique al fin la memoria de estas excavaciones que nos pone de nuevo en relación con el mundo de las ideas feno-púnicas y de los Tophes característicos de esta cultura. En una zona de ladera se localizaron tres inhumaciones de neonatos contenidas en recipientes cerámicos y otras trece mezcladas en el sedimento con diversidad de detritus cerámicos, fauna terrestre y marina, considerándose por sus excavadores como resultado del vaciamiento de cuevas de habitación.” (Rodrigo de Balbin Berhmann et al, 1995: 18).

El hallazgo de ánforas o vasijas con esqueletos de niños está también documentado en la isla de Tenerife, por el Doctor Bethencourt Alfonso, quien nos dice que en el Charco del Boxo, en Arico, dedicado por nuestros antepasados al bautizo de los recién nacidos, se encontraron cinco tallas de barro conteniendo un esqueleto de niño cada una. (Juan Bethencourt Alfonso, 1991:T.: 239).

El punto de partida y núcleo del estudio que se desarrolla en las páginas siguientes es precisamente la investigación de uno de esos indicios, de una pista cuyo rastro me ha llevado hasta los fenicios de la Cádiz de la época arcaica y sus empresas marítimas en el Atlántico africano.

Entre las noticias geográficas que Plinio el Viejo ofrece sobre la costa atlántica africana en su enciclopédica obra se encuentra referida a la existencia de unas insulae Fortunatae. Su información sobre ellas depende como reconoce expresamente, de Sebosus y Iuba. Según el texto de Plinio distinguía dos grupos de islas; en el primero se encontraban Iuniona. Pluvialia y Capraria, y en el segundo Invallis y Planasia (nat. VI, 202-203). Juba, por su parte, y siempre siguiendo el relato pliniano, incluía entre las Fortunatae las siguientes islas (las cito en el orden en el que se enumeran): Ombrion, Iunonia, Iunonia (minor), Capraria, Ninguaria y Canaria (nat. VI, 203-205).

…La notable excepción la constituyen “Islas de Juno”, es decir, las islas que en el pasaje de Plinio reciben el nombre de Iunonia. Su excepcionalidad proviene del hecho de que se trata de un topónimo teóforo. Los topónimos de esta índole no son demasiado frecuentes en la geografía antigua, aunque hay un ámbito en el que aparecen especialmente documentados: en puntos concretos de las costas e islas. Muchos de estos topónimos se encuentran en puertos, cabos, golfos, promontorios, montes y otros accidentes geográficos que jalonaban las costas y las rutas marítimas del Mediterráneo, apareciendo frecuentemente asociados a aras, altares, templetes o templos.

Las características y funciones de los promontorios vinculados a construcciones sacras fueron exploradas por E. Ch. Semple hace ya más de 70 años, en un artículo de gran interés (aunque no exhaustivo)  y que todavía hoy es el único que ha tratado monográficamente este tema. Sus conclusiones proporcionan valiosas pistas para entender la naturaleza de las “islas de Juno”.

Semple constató la existencia de 175 de estos puntos a lo largo de buena parte de las costas del Mediterráneo, desde la  Península del Sinaí en oriente hasta la Península Ibérica en occidente. Descubría esta autora dos principios básicos que recogían su distribución: a) jalonan las principales rutas comerciales y b) aparecen (aisladas o en grupos) en las proximidades de puertos. El primer principio se explica por la importancia de estos promontorios como puntos de referencia para los navegantes, y el segundo por su función de señalizadores de los puntos de partida y llegada de los viajes por mar, indicando a los marineros que ya se encontraban en aguas familiares. (…) Explicaba también que las divinidades que presidían estos lugares fueron muy diversas, aunque de una forma u otra se vinculaban al mar y a las empresas marinas: Apolo, Atenea, Hermes, Hera (o Juno), Posidón o  dioses de origen semita como Baal, Melkart o Astarté. Apreciaba también una sucesión o superposición de diferentes dioses en ciertos promontorios, consecuencia de prácticas coloniales, empresas militares u otras de control de territorio.

…Queda ahora por determinar la adscripción de las “Islas de Juno”, en su condición de “lugares sacros”, a una cultura concreta. Dada la localización atlántica de esas islas y la muy probable antigüedad de las fuentes últimas del pasaje pliniano (en todo caso anteriores a Juba, como se verá más adelante) hay que pensar en el mundo semita. En este punto hay que hacer constar que al igual griegos y latinos, fenicios y púnicos conocieron la tradición de “lugares sacros” costeros asociados a la navegación. Que en el texto de Plinio dichos lugares aparezcan bajo la advocación de Juno, diosa de nombre romano, puede significar únicamente que la divinidad originaria sufrió una implantación, a través de lo que se conoce como “interpretatio”, por la que el autor del texto, un latino, consideraba su equivalente. Quizás ya dicha suplantación fue promovida por el propio Juba, fuente inmediata de Plinio, que escribió su obra en griego y pudo haber conocido las islas con el nombre de “islas de Hera” (cf. Ptol. IV,6,14). En cualquier caso esta práctica está perfectamente atestiguada en muchos puertos del extremo Occidente, donde la presencia de dioses griegos o latinos se explica como una adaptación a la religiosidad grecolatina de divinidades semitas preexistentes.

…En cualquier caso, el abandono de Mogador en la segunda mitad del siglo VI a.e.a., que coincide con el fin de un determinado modelo económico (la “segunda fase” en el esquema de López Pardo), supuso el fin de toda exploración y reconocimiento de la costa atlántica africana en dichas latitudes extremas. Las “islas de Tanit”, “islas de Hera-Juno” de los grecos latinos, fueron olvidadas y su recuerdo reducido a los datos que de ellas quedaron registrados en la documentación conservada en Gadir (quizás también en Lixus y despues en la Cartago púnica) y tal vez también a algunas vagas referencias en las tradiciones orales que pudieron circular en el entorno marinero de la ciudad.” (José Á. Delgado Delgado, 2001: 1 y ss).

Es evidente que los contactos de pueblos libio-púnicos con las islas contribuyeron a la expansión del culto a la Diosa Tanit, pero es más que probable que este culto ya se practicara en las islas en épocas anteriores a la arribada de estas poblaciones. Este aserto queda refrendado por el hecho de que la simbología representativa de la Diosa difundida en las islas, es mucho más arcaica que la empleada en Cartago en la época en que ésta promocionó el poblamiento de las islas con poblaciones libica-mazigias. Ello nos autoriza a creer que la población que habitaba el territorio antes de la llegada de estas nuevas expediciones, no sólo tenía un origen claramente norteafricano, sino que eran portadores de una cultura religiosa feno-púnica anterior a la cartaginesa y, como hemos indicado más arriba, con un gran substrato cultural de origen egipcio.

En este contexto es en el que hay que insertar la noticia trasmitida por Pseudo Aristóteles (Mir. 84) y Diodoro Sículo (5.19-20) del descubrimiento accidental de una isla en el Océano por “naves fenicias” (gadiritas) que merodeaban la costa africana, que entendemos que se debe identificar con el Archipiélago Canario, muy posiblemente con Gran Canaria, donde se reconocen multitud de vestigios púnicos. Su descubrimiento dio lugar a un asentamiento, posiblemente de pobladores gadiritas, que llegó a ser conocido y codiciado por los etruscos, y que Cartago mandó destruir por temor a que se estableciera una colonia a sus espaldas. Aunque se admite que los textos se escriben en   torno al 300 a.d.n.e., los hechos que se cuentan se remontan a la época de la expansión etrusca, anterior al último tercio del siglo VI o comienzos del V a.C., entre la batalla de Alalia (540 a.d.n.e.) y las Cumas (474 ad.n.e.) en las que los etruscos ganan y pierden, respectivamente, su poder marítimo. El relato refleja, pues, el enfrentamiento entre Gadir y Cartago, el intento del cierre del Estrecho a las navegaciones no cartaginesas y muestra el cambio de orientación de las bases económicas de Gadir originado por la crisis del comercio de metales hacía la explotación de los recursos piscícolas, para cuyo propósito crea una amplia red de factorías de pescado en cuyo contexto, según demuestra R. González Antón et al. (1995), debe comenzar a insertarse la protohistoria de Canarias. Esto es lo que decididamente indican con claridad, además de lo mencionado para Gran Canaria, los datos: “piedra Zanata” (González Antón R., 1995) y anforoides en Tenerife; hipogeos en Gran Canaria (Balbín Behrman, R. et al., 1999): González Antón, R. et al. 19995); Representaciones de Tueris y Tanit (Atoche Peña, P. 1997); pozo de cámara púnico con representación de Tanit (Atoche Peña, P. et al. 1999) y escarabeos (Atoche Peña, P. Et al.1999) en Lanzarote; presencia de palmeras datileras (Santana Santana, A. y Rodríguez Toledo, J.M., 1997) en varias islas, y un largo etcétera que es difícil resumir aquí.” (Enrique Gozalbes Cravioto, 2002: 47-48) Son varios los lugares en nuestras islas que desde nuestro punto de vista tienen connotaciones feno-púnicas y que veremos en su lugar, y que están íntimamente ligados a la Diosa Tanit, Tara o Chaxiraxi.

Es probable que la religión  de la Diosa-Madre, tal cual la practicaban los feno-púnicos se  sobrepusiera a otras formas de adoración practicada por los primitivos moradores de las islas antes de la llegada de los contingentes libios-fenicios, suponemos que sin grandes traumas ya que básicamente los respectivos panteones se componían de iguales o similares deidades, variando quizás algunos aspectos puramente formales de las prácticas rituales, ya que como es natural las prácticas religiosas al ser parte esencial de la comunidad, van evolucionando externamente es decir en sus ritos, conforme lo hace la sociedad que los practica.

En Cartago, la epigrafía y los templos primitivos documentan el culto Melkar y Astarté junto con un dios  Baal Shamem, pero es posible que, a comienzos del siglo V a.e.a., se produjera allí una cierta reforma religiosa, en la que obtuvieron la primacía Tanit y Baal Hammón. Ellos son objeto de la mayoría de las dedicaciones conocidas, tanto en Cartago como en su área de influencia en el Mediterráneo central. Tanit, identificada a veces con Astarté, es el nombre de una Diosa fenicia de escaso relieve en su país de origen, al igual que Baal Hammón, cuyo epíteto documenta cerca de Tiro, quizás como el Baal de una pequeña ciudad llamada Hammón, o como el señor del altar de los perfumes,  que sería el significado del vocablo Hmn. Ambos adquieren una gran importancia como objeto de las más famosas actividades del culto cartaginés: los sacrificios infantiles, uno de los temas más controvertidos hoy por los investigadores (para Tenerife hay una cita como veremos más adelante), pero desde luego el acto ceremonial más destacado de la religión y la vida pública en Cartago.

En Cádiz, junto al famoso y citado santuario de Melkar, debe señalarse otro de una Diosa llamada en época romana Venus Marina, que puede ser Astarté, y el de un Baal Hammón, como probable antecedente del templo de Cronos citado por Estrabón.

Panteones similares, y más o menos completos los había en las restantes colonias occidentales, siendo factible determinar por ellos la importancia de la presencia cartaginesa y el origen de sus primeros fundadores. (Ramón Corzo, 1994: 54)

Otro de los aspectos culturales guanches capaces de acercarnos cronológicamente a la época de los primeros poblamiento de las islas, lo son  sin duda los petroglifos, este arte  ampliamente difundido en todo el orbe desde tiempos inmemoriales, en nuestro caso nos puede servir de guía para ubicarnos en el tiempo. Estos petroglifos, (grabados que son realizados en la piedra)  una práctica artística realizada por todas las culturas, posiblemente desde épocas anteriores al neolítico, en el Archipiélago Canario los encontramos en todas las islas, su temática es múltiple y compleja expresando los artistas mediante ellos, diversos aspectos de la religión, mitos, mensajes sobre conocimientos de los astros o señalan lugares sacros. Generalmente, en Canarias los yacimientos de grabados rupestres suelen estar asociados a abundantes restos de cerámica. Es de notar que la mayoría de estos grabados rupestres suelen estar orientados Este a Oeste, especialmente los cruciformes que frecuentemente van asociados a espirales sencillas o complicadas y con giros hacia la izquierda o derecha, símbolos éstos que desde la antigüedad  son tenidos como representaciones de la fecundidad, del nacimiento y de la vida después de la muerte.

En cuanto a la cronología de los grabados rupestres de Canarias, los científicos no mantienen una línea de acuerdo, siendo dispares las interpretaciones conforme a los intereses que defienden cada grupo en función del grado de compromiso contraído con una u otra postura, es decir, quienes practican la investigación por la investigación y quienes investigan partiendo de las tesis emanadas desde la Metrópolis. Vemos algunos planteamientos expuestos desde el punto de vista de los primeros por el profesor de la Universidad de Alicante D. Mauro S. Hernández Pérez: “…En este periodo sólo hemos registrado el hallazgo de los yacimientos de La Erita, Tajodeque y El Calvario, los tres en La Palma (Jiménez de Cisneros, 1923), y, en el análisis teórico, la reiteración de las opiniones de R. Veneau (Hooton, 1970,64), que, asimismo, utiliza J. Pérez Barradas (1939) en su propuesta de cronología y migraciones en la que los grabados no alfabetiformes corresponderían a los contactos de la primera población canaria, los protoguanches, con Marruecos y la Península Ibérica hacia el 2000-1800 a.C., mientras las inscripciones alfabéticas, que denomina siguiendo a G. Marcy inscriptiones tifinagh, se relacionan con una segunda invasión camita situada hacía el siglo VIII-IX a.C. La aportación más significativa de este periodo es, sin lugar a dudas, G. Marcy. Sus estudios sobre las inscripciones líbicas (Marcy, 1937 y 1938) ejercen una notable influencia en los investigadores canarios. Para G. Marcy los grabados alfabéticos canarios eran análogos a los saharianos del borde atlántico, desde el Draa al Senegal, siendo sus autores los propios habitantes de Canarias que como sus parientes los bereberes de Mauritania conocían el alfabeto líbico.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996:31).

“…La etapa que se inicia en 1970 coincide con la creación y primeras actuaciones del Departamento de Arqueología de la Universidad de La Laguna. Directamente implicado, no puedo ser objetivo en la valoración de aquel periodo, que ha sido considerado de “anquilosamiento” en la investigación, cuando no con otros términos más duros.”

“En el campo de las manifestaciones rupestres se produce una excepcional aportación al menos patrimonial. En efecto, el registro de yacimientos aumentó considerablemente,  si bien los dos corpus elaborados en aquellos años permanecerían inéditos.

Uno de ellos sería realizado A. Beltrán y el otro por nosotros.

Beltrán realizó en 1971 una monografía sobre el Barranco de Balos al que considera un santuario, cuyos grabados, que responden a un culto a la fecundidad y al sol, tienen una antigüedad de unos cuatro mil años –desde el Eneolítico o bronce Medio europeo hasta nuestros días.” (Mauro S. Hernández Pérez, 1996: 35).

“…Ese aislamiento se entiende porque no hubo navegaciones regulares y masivas entre las islas. Los aborígenes contaban historias sobre algunas míticas travesías entre Tenerife, y La Gomera y El Hierro, usando balsas de odres inflados, y hay dudosa descripción de canoas hechas en Gran Canaria con corteza de Drago. Pero no eran navegantes,  entre otras causas porque en el Archipiélago no existían condiciones optimas para la navegación ni materiale adecuados para fabricar embarcaciones. Tampoco existen pruebas arqueológicas. En La Palma descubrimos un grabado que recuerda determinadas embarcaciones de la antigüedad, pero como es el único caso hasta el momento, no estamos seguros de que sea realmente un barco y no sólo lo parezca.” (J.F. Navarro Mederos, 2001).

En cuanto al tan debatido tema de la navegación en las islas, dos de los  autores que nos hablan de navegaciones entre éstas, son el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, cuya obra sobre la historia de Canarias, aunque era citada por algunos autores como Núñez de La Peña, no  fue conocida hasta que el investigador austriaco Dominik Josef Wölfel la tradujera y publicara en Leipzig, en 1940,  y el Ilustre Sabio Canario, D. Juan Bethencourt Alfonso, quien nos habla de navegaciones entre las islas usando foles y nos cuenta una sugestiva leyenda de la época mítica. “Pescaban con cuerdas de cuero y con anzuelos de huesos de cabras; y hacían las redes de yerbas y de palmas, parecidas a las que se usan en los ríos de Lombardía, que son cuadradas y cuelgan de una percha larga. También hacían barcos del árbol drago, que cavaban enteros, y después le ponían lastre de piedra, y navegaban con remos y con vela de palma alrededor de las costas de la isla; y también tenían por costumbre  pasar a la isla de Tenerife y a Fuerteventura y robar. Por esta navegación llegaron a parecerse con los demás isleños, tanto en el leguaje como en algunas costumbres, como se dijo de Fuerteventura, los cuales imitaron a los canarios en su modo de hacer justicia.” (Leonardo Torriani, 1959: 113-14) Estas navegaciones entre islas, puede justificar la presencia en la isla de Tamarán (Gran Canaria), de las hachas de piedra pulimentadas descritas por el Doctor Chil y Naranjo, y encontradas en la ciudad de Arucas, (2) Galdar (1)  más otra procedente de La Gomera y que actualmente forman parte de los fondos del Museo Canario. Es posible que estas hachas estén elaboradas con piedras procedentes de Fuerteventura, “…aunque tampoco falte la diorita en las Islas Canarias, pero no en la Gran Canaria, sino en la de Fuerteventura, donde hemos extraído muestras de esta durísima roca, en el poblado de Toto, próximo al pueblo de Pájara, y que en rigor debe denominarse microdiorita por la finura de su grano…”(Simón Benítez Padilla, 1965: 150). La pregunta es simple ¿Cómo llegaban las piedras de Furteventura a Gran Canaria y La Gomera?  Por otra parte, la tamusni (historia oral) recoge que, por la punta de la rasca, en Arona (Tenerife) acostumbraban a desembarcar los canarios y Palmeros que venían a comerciar y en ocasiones a robar ganado, como apoyo a esta posibilidad puedo atestiguar que hace años recogí en el poblado de la Rasca, algunos fragmentos de una cerámica de hechura fina y color negro que algunos entendidos adscribieron a la cerámica pre-colonial de la isla de La Palma.

En cuanto a la navegación con foles, existen varias narraciones que  atestiguan navegaciones entre islas  en épocas pre-coloniales y míticas. Según Bethencourt Alfonso, los guanches de Tenerife conservaban la reminiscencia de una pavorosa catástrofe… referida de dos maneras por sus descendientes: “Según unos, cierto día infausto, en medio de terremotos,  erupciones volcánicas, y temblores se abismó “la isla anegada que no volverá a aparecer hasta que no se hunda otra de las siete que habitamos”; pero según otros, los cataclismos fueron sucesivos en un lapso de tiempo más o menos largo, quedando las islas como en la  actualidad menos Tenerife y Gran Canaria que siguieron unidas por  un arrecife entre Naga y la Isleta en Gran Canaria que al fin desapareció también.”

Relacionadas con estos trastornos geológicos circulan algunas consejas, de las que reproducimos las tres siguientes:

“Cuentan que una joven de la nobleza del tagoro Archaha, reino de Adeje, llamada Guilda, en vísperas de casarse murió repentinamente su prometido y pasado algún tiempo descubrió con horror que era madre. Desesperada, porque según la ley la arrojarían viva al mar, confióse a un siervo pescador, y convinieron en que la única probabilidad de salvarse era ganar la isla de La Gomera sobre una balsa de foles o zurrones. Todo preparado, una noche de tiempo favorable embarcó con gran sigilo por la playa de Troya, no sin ofrecer a su cómplice que haría una gran hoguera si lograba escapar, pues creían que La Gomera, Palma y Hierro estaban deshabitadas desde la catástrofe, porque nunca vieron fuego en ellas.

Pero lo más curioso de dicha tradición tinerfeña es que se completa con otra que hemos recogido en La Gomera. Existe en esta isla cerca de San Sebastián, la aún llamada Playa de la guancha, porque en tiempos muy remotos apareció por allí una joven de Tenerife embarcada sobre zurrones. El acontecimiento conmovió la isla, y llevada ante el rey contó sus desventuras y la causa que le obligó a huir de su tierra; añadiendo que no esperaba encontrar gente porque nunca habían visto fuego. Como los indígenas ignoraban el modo de obtenerlo, les enseñó frotando dos trozos de madera; y fue tal el entusiasmo que el príncipe la tomó por esposa prohijando el ser que llevaba en las entrañas. Pasado algún tiempo los esposos fueron a Tenerife, saltando por la aguja de Teno.

Una sobrina del rey Archinife de Adeje, llamada Guajara, era tan notable por su belleza que llegó a oídos del libertino Tauco, primogénito del soberano de la isla de Canaria, que hizo viaje a Tenerife para comprobar lo que pregonaba la fama. La realidad superaba a cuanto le habían dicho y la solicitó por esposa; pero aunque el rey apoyó con calor la demanda, Guajara alegó varios pretextos para rehuir el compromiso. Después de varios viajes de Tauco, descubrió que era rechazado porque existía un rival oculto y favorecido, el tagorero Ucanca, gobernador de esta región y el guerrero más acreditado de su tiempo.

Tauco juró venganza; y como se enteró que Guajara acompañada de dos siervas iba con alguna frecuencia a recrearse de los retamales de Afonche, le preparó una celada con algunos de sus vasallos y consiguió sorprenderla y forzarla, huyendo seguidamente para Canaria temeroso a las consecuencias. No retornó Guajara a la corte, sino que se encaminó al gobierno de su amante, para revelarle lo sucedido; y Ucanca lleno de ira, después de ocultar a su prometida en la cueva del mal país al amparo de sus hombres de guerra, marchó en persecución de Tauco. Cuando llegó a Naga ya su enemigo había partido para Canaria; a cuyo punto se dirigió salvando la distancia, “por foles y por otras andando sobre los arrecifes”.

Después de matar Ucanca a Tauco en singular combate, se casó con su prometida; pero irritados contra el rey de Adeje por haber patrocinado a Tauco, se revelaron levantando pendones contra el soberano hasta que lograron enseñorearse de la isla, fundando la dinastía de los Guajara tan celebrada en las tradiciones.

Pasadas algunas generaciones, un poderoso monarca de la dinastía de los Guajaras tuvo un hijo llamado Binicherque, tan orgulloso  que no teniendo hermanas y no encontrando entre la nobleza de la nación mujer diga de elevarla al trono, puso los ojos en una princesa hija del rey de Canaria; a la que iba a galantear “recorriendo el camino partes andando y parte sobre foles”. Creemos que estos mitos ocultan sucesos positivos. Así, por ejemplo, en el banco o arrecife entre Tenerife y Canaria vislumbramos trastornos geológicos mas o menos grandes, […] Claro que estas interpretaciones no pasan de meras hipótesis, pero ya se ha convenido en que la Mitología es la historia del pasado exornada por la poesía de las generaciones sucesivas.” (Juan Bethencourt Alfonso, 1991, tomo I:62-64).

Nos hemos permitido esta digresión, para dejar patente que si bien en el Archipiélago Canario no se practicaba una navegación continuada y digamos “reglada” no por ello, nuestros ancestros la desconocían. Siendo como eran las sociedades isleñas mayoritariamente ganaderas, que no practicaban el comercio especulativo y que además eran sociedades desarrolladas hacia dentro, es decir, “encerradas” en sus islas, poco interés pusieron en desarrollar la navegación máxime cuando la mayoría de los grandes males que les afligían, siempre provenían de la mar. Por otra parte, es plausible que en alguna época sí practicaron la navegación a gran escala, la propia fragilidad de los materiales han hecho que no llegara hasta nosotros pruebas materiales de su existencia. No compartimos el planteamiento de algún autor que afirma que en las islas no existía materiales idóneos para la construcción naval, debemos admitir que si se refiera a elementos metálicos lleva razón, pues en las islas no existen metales factibles de ser transformados con medios artesanales, pero en cuanto a las maderas que eran los materiales básicos en la construcción de buques, las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y Gran Canaria, eran abundantes en pinos, cedros, tilos y en maderas nobles. Así mismo, los dragos alcanzaban grandes proporciones, no siendo imposible construir con ellos embarcaciones de considerables dimensiones, las cuales una vez debidamente impermeabilizadas con pez o resina de pino podían transportar a diez o doce navegantes.

En el Barranco de Balos, en Agüímes, isla de Gran Canaria existe un yacimiento de grabados rupestres entre cuyos motivos hay uno que consta de tres caballos con jinetes en un primer plano y unos dibujos en segundo plano que sugieren árboles más concretamente unos pinos.

El dibujo, por sí sólo es una pieza extrañísima pues hasta el descubrimiento de este yacimiento no se tenía noticias de que los antiguos Canarios tuviesen conocimiento de la existencia de éstos equinos. La curiosidad ante tan insólita representación nos obligó a  indagar en busca de manifestaciones paralelas en nuestro entorno cultural, nuestros esfuerzos se vieron recompensados por el hallazgo de otro grabado similar localizado en un yacimiento de la antigua Nuvia egipcia, elaborado quizás con la misma técnica y que igualmente representa a tres caballos con jinetes, pero en esta ocasión éstos son guerreros que portan armas y escudos y además forma parte del conjunto un elefante. Pero, siendo extraordinaria la similitud que muestran ambos grabados no es menos extraordinario el hecho de que este grabado nubio, está datado nada menos que en el 3.800 a.e.a.

Creo que esta datación nos puede aproximar la época en que se produjo el primer poblamiento de las islas, o por lo menos a una  de las primeras arribadas a la isla Tamaránt (Gran Canaria).

 

http://iglesiaguanche.blogspot.com/2013/06/la-diosa-tanit-otro-aspecto-de-la-diosa.html

 

TURU PUKLLAY DE HUACRACHUCO. En: El Quinto Jinete (Florencio Goicochea Malqui)

En algunos pueblos andinos de las provincias Marañón y Huacaybamba, en Huánuco, se acostumbra celebrar el carnaval con un singular Turu Pukllay (Juego del Toro). Se trata de un toro artificial que, diestramente conducido por un fornido lugareño, baila, reverencia, corre tratando de cornear a cualquiera que se encuentre delante, levanta polvo y hasta «toma chicha de jora»; con su séquito de hombres del campo visita diversas casas y no deja de mostrar su gracia y bravura en los caminos; y , por supuesto, es infaltable en el divertido espectáculo del «palo cilulo», «yunsa» o «umsha».
Su confección es sencilla. El cuerpo del toro lo forma una estructura triangular de palos y carrizos, revestida con tela blanca la mayor parte, el lomo con paño rojo, negro o verde nilo, y franjas laterales de color alternativo simulando las manchas. Atrás se cuelga un rabo de color dorado y en la parte frontal se coloca una cabeza artesanal con genuinos cuernos de toro. Un cojinete de bayeta y paño sirve al cargador para levantar con la cabeza esta estructura y darle vida al toro del carnaval.
Sin duda este Turu Pukllay huanuqueño es resultado del mestizaje cultural:
En primer lugar, está asociado a la corrida de toros que se expandió a los pueblos del interior del país desde la época colonial [1], para dar realce a las celebraciones religiosas u otros acontecimientos importantes; en el proceso de fusión de lo español con lo indígena surgió, hacia fines del siglo XVIII, la parodia de la corrida de toros, cuyas manifestaciones son por ejemplo las danzas costumbristas Torollay Pukllay [2] de la provincia de Sihuas (Ancash) y Los Rucus [3] del distrito de Llata (Huamalíes, Huánuco).
En segundo lugar, tiene estrecha relación con el carnaval, celebración impuesta por los españoles [4] para contrarrestar la costumbre ancestral de los aborígenes de realizar ceremonias rituales en agradecimiento a los Apus y a la Pachamama, sus dioses tutelares, por el tiempo de lluvias. Durante el proceso de integración o asimilación de la fiesta de carnaval como nueva costumbre se produce una ambivalencia cultural con el predominio de los elementos andinos [5]; asimismo, se da el fenómeno de compenetración cultural, donde el toro español (símbolo de fiesta, religiosidad y poder) se convierte en el vaso comunicante con el mundo andino, en el que ese mismo toro representa a la ganadería y la fertilidad (es muy útil para arar).
Mientras el carnaval cristiano se percibe lejano del sentido religioso (la cuaresma) y se caracteriza notablemente por los disfraces y juegos, para la población andina es más que mera diversión, porque se halla enriquecido con elementos ancestrales: rituales de agradecimiento a los dioses tutelares por las lluvias en el mes de febrero, y la «umsha» que simboliza la fertilidad y productividad de la madre tierra (Pachamama).
Por añadidura, caló hondo la peculiaridad del carnaval de crear «un mundo al revés» o, lo que es lo mismo, dar rienda suelta al ingenio popular para satirizar y críticar a las autoridades e instituciones [6].
Así, el Turu Pukllay resultó siendo al principio una forma de burlarse de la corrida de toros impuesta por los europeos, para convertirse poco después en una alegre recreación que tiene enorme significado e importancia para el hombre andino.En Apurímac, el juego del toro toma el nombre de Yawar Fiesta (fiesta de la sangre), una expresión cultural que refleja el choque de dos mundos, la confrontación entre lo español ( el toro) con lo andino (el cóndor). Asimismo, se considera que nace del descontento de los indios ante los abusos de los gamonales o patrones , quienes impusieron un sistema de explotación que duró desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la Reforma Agraria. En este contexto, el Yawar Fiesta que se celebra en el sur para las fiestas patrias plantea una pelea cruel: el ave sagrada de los indios es amarrada sobre el poderoso toro español– integrado también a la cosmovisión andina, asumiendo un rol análogo al Amaru o serpiente (dios de a fecundidad y del agua), mediante leyendas del toro que vive o está encantado en las lagunas y puquiales– y en la lucha por liberarse ambos se lastiman, aunque es el toro el que más sufre porque los picotazos del cóndor hacen sangrar su cuerpo; finalmente el cóndor es liberado y el destino del toro es la muerte, lo que simbólicamente significa que el indio vence al opresor.

Particularmente, en Huacrachuco (Marañón, Huánuco), se realiza la corrida de toros para la fiesta patronal de Santa Rosa, en el mes de agosto. Y la parodia de la corrida o Turu Pukllay para el carnaval, en el mes de febrero, con el ya clásico toro confeccionado artesanalmente.
De acuerdo con lo señalado, el Turu Pukllay huanuqueño se puede interpretar como una representación burlesca de la corrida de toros normal y a la vez una manifestación formidable del ingenio creativo del hombre andino. El toro artificial impone en las fiestas de carnaval la mixtura de su simbología; luce su porte brioso y colores heredados, emociona y divierte a los huacrachuquinos desde hace por lo menos un siglo.

Por versiones orales, transmitidas de generación en generación, se sabe que antiguamente los toros no eran tan livianos como los hacen ahora, razón por la cual sólo podían cargarlos los hombres más fuertes. Con la instauración de los concursos y desfiles en los carnavales, ordenada en el segundo gobierno de Augusto B. Leguía, el Turu Pukllay cobró nuevo impulso. Llegó un momento en que se fabricaba toros en casi todos los pueblos de Huacrachuco. Para el día domingo de carnaval los toros de Asay, Huaychao, Gochachilca, Shagapay (San Cristóbal), Chocobamba, Quillabamba, entre otros, se dirigían a la capital provincial acompañados cada cual por su grupo de gente bailando, al ritmo de las cajas y flautas roncadoras. No faltaba la chicha de jora en las casas y desbordaba la alegría. Los toros competían mostrando su destreza en los movimientos de graciosa embestida contra los lugareños, la forma de bailar y su estilo de reverenciar. El mejor era premiado.

En la actualidad, algunos pueblos de Huacrachuco mantienen la costumbre de armar su toro y celebrar a lo grande la fiesta del carnaval. Bien por ellos, porque año tras año se nutren del riquísimo legado cultural que los hace mirar el futuro con optimismo.

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[1] «A partir de los inicios de la fiesta taurina que posiblemente se dieron en el último tercio del siglo XVII hasta la actualidad, se ha logrado identificar tres etapas, la primera denominada, festejos taurinos del periodo colonial, la segunda, de expansión y consolidación del poder terrateniente y la tercera etapa denominada de mixtura y compenetración con el mundo indígena» (Toro Puqllay Escenario de Diálogo Intercultural, 2011, Tesis del antropólogo Luis Ernesto Murguía Sánchez).
[2] «los danzarines representan todo un proceso, desde el momento que se reúne a los bravos toros en la altas Punas, terreno que pertenece a Mama Nieves, antes de llegar los toros al pueblo uno de los arrieros va adelante reventando cohetes, advirtiendo la llegada de los toros, así la gente se pueda cobijar en sus moradas» […] «Los que se encargan de jugar con el toro son valientes campesinos que premunidos con sus ponchos o simplemente con su cuerpo esquivan al animal, teniendo como único objetivo apoderarse de los moños y enjalmas para llevarse como una presea, muchos son heridos y otros muertos en intento» (ronald-danzasperuanas.blogspot.com/2012/…/ancash-torollay-puqllay).
[3] «El personaje «toro», lo asume un danzarín, tiene la cabeza y el pecho cubierto con un pañolón bordado con hilos multicolores y motivos zoológicos (aves) y florísticos. En la mano en alto lleva la figura de un toro confeccionado de paño, lleva cuernos verdaderos, está adornado con un cintillo rojo» […] «Se afirma que la danza tiene raíces republicanas y resulta de un hecho histórico de trascendencia en la vida política ligada al levantamiento independentista, emprendido por la precursora Juana Moreno, en el año de 1777» (Toro Puqllay Escenario de Diálogo Intercultural, 2011, Tesis del antropólogo Luis Ernesto Murguía Sánchez).
[4] «En los Andes la celebración fue impuesta en el siglo XVI por los conquistadores europeos y los misioneros católicos. En todos los territorios cordilleranos, los carnavales (como fiesta cristiana) intentaron aplastar ceremonias y creencias (p.e. el Pawcar Raymi del actual Ecuador), un objetivo que no lograron: a la postre, la festividad europea terminó sirviendo de «tapadera» o fundiéndose con las locales, y adquirió unas características particulares que la vuelven única e inconfundible» ( Artículo: Introducción a la Música de los Carnavales Andinos. Edgardo Civallero, revista digital Tierra de Vientos N° 11, Julio – Agosto 2012).
[5] «Esta festividad tiene connotaciones muy diferentes a las que los españoles trajeron al espacio andino, pues el Carnaval para los indígenas de los Andes es una fiesta profundamente ritual propiciatoria de la reproducción, tanto en el campo de la agricultura en la chacra, como en la crianza de sus animales en los corrales y en las interrelaciones entre solteros y solteras, por lo que la permisividad sexual en estas celebraciones es mayor; incluso es una fecha propicia para iniciar los «servinakuy» o matrimonios de prueba» (Artículo: La fiesta de Carnaval en los Andes, suntuosidad y sexualidad para propiciar fertilidad. Guillermo Llerena Cano, 2011, Blog Compilatio de Conceptione https://guillermollerena.wordpress.com).
[6] «La fiesta del carnaval, que es de origen europeo, tiene otro proceso. Es un momento en el que se manifiesta la crítica a las instituciones, es el momento de libertad para desnudar la hipocresía de la sociedad» (Artículo: El Carnaval en los Andes, espacio de vida y muerte. David Mendoza. La Paz – La Razón, 23/02/2003. www.bolivia.com/noticias/AutoNoticias/DetalleNoticia11851.asp).

http://el-goico.blogspot.com/2014/01/turu-pukllay-de-huacrachuco_25.html

La placenta, la sombra de la vida en las creencias andinas peruanas.

Desde un punto de vista estrictamente fisiológico, la placenta es un órgano que actúa durante el embarazo como un elemento de intercambio molecular y macromolecular, evitando el contacto directo entre las circulaciones sanguíneas materna y fetal. Después del parto, si la placenta no es adecuadamente expulsada y desprendida en su totalidad de la pared uterina, la vida de la madre puede estar en peligro.

Como cualquier estructura orgánica, la placenta debe ser descartada de manera apropiada, en caso contrario está sujeta a descomposición y putrefacción; llegando opcionalmente a convertirse en un peligroso núcleo infeccioso, que puede afectar en principio a las personas cercanas y en mayor grado a otros miembros de la comunidad.

En muchas comunidades andinas, no se corta el cordón umbilical hasta que la placenta es expulsada. El neonato se mantiene unido a la placenta por un tiempo innecesario fuera del útero y la sangre que circula por los vasos sanguíneos placentarios produce latidos; dándole una sutil apariencia de vida, interpretada místicamente por las curiosas e ingenuas miradas de los presentes.

Pero corresponde tomar en consideración, que la sensación de misterio y admiración frente al embarazo y el nacimiento no tiene correlación con mayores o menores grados de conocimiento, malicia o desarrollo tecnológico. El embarazo y el nacimiento son percibidos como acontecimientos que provocan angustia y temor, tanto en las sociedades con complejos niveles de desarrollo, como en las culturas menos avanzadas.

En la región del altiplano de Perú, la gente cree que durante el embarazo, una mujer lleva dentro de ella dos vidas; el feto y la placenta. Aunque la placenta es sacada del ambiente materno solamente para ser descartada. Debido a la fuerza del vínculo, la creencia estima que la placenta opera como el doble del individuo con el que compartió el útero. El efecto de esta creencia es que la placenta sirve como un vehículo a través del que pueden ser canalizados los elementos buenos y los malos, tanto hacia la madre como hacia el niño.

Para los campesinos, la placenta está asociada a fuerzas malévolas, se la considera como una fuente de peligro, como el lugar de una magia simpática y como una amenaza potencial para el niño, la madre y la comunidad. En los Andes peruanos se toma un especial cuidado en la preparación así como en los métodos prescritos para disponer de la placenta, siguiendo costumbres ancestrales.

El procedimiento normal para la preparación de la placenta entre los grupos de quechua-hablantes que viven cerca del Lago Titicaca, es lavarla inmediatamente después que ha sido expelida. Esta tarea es considerada especialmente peligrosa porque se cree que el contacto con la placenta daña los ojos y lastima las manos. Por esta razón generalmente es una mujer vieja a la que se le paga para realizar la tarea. Después que la placenta es lavada, debe ser quemada en leña hasta que se convierta en polvo.

El método tradicional para disponer de la placenta entre los Collas, es enterrar las cenizas placentarias junto con coca, grasa animal, incienso, herramientas en miniatura y otros implementos copiados de los usados en la vida cotidiana de los adultos. La placenta de un niño es enterrada con la figura de un arado de pie, una pala o un pico; la de las niñas está acompañada por un huso, un telar, una azada y/o una cuerda para tejer cinturones. De esta manera pretenden influenciar en el futuro, asegurándose de que cuando el recien nacido crezca, será un buen trabajador. El poder de la placenta para influenciar el curso de futuros acontecimientos, afecta no solamente al individuo y su familia más cercana, sino que tiene también implicaciones para la comunidad. Una placenta inadecuadamente enterrada puede llevar a la enfermedad afectando a toda la comunidad.

En el proceso del nacimiento, la placenta representa una entidad exactamente opuesta al niño, como la sombra es el reflejo de la vida. Mientras que el niño es de reconocible forma humana, la placenta no tiene forma; el niño tiene el potencial de traer alegría a la madre, mientras que la placenta puede traerle muerte e infortunio.

Para algunas familias campesinas andinas, las disposiciones aplicadas a la preparación y disposición de la placenta concluyen formalmente un nacimiento. Son parte integral de la protección del niño, la madre y la comunidad, como sería “la bendición de la maternidad” en la iglesia católica.

En un nivel muy elemental, los rituales andinos de la placenta funcionan como formas de tratar con lo desconocido. Son métodos para organizar la experiencia en unidades significativas y para influenciar en acontecimientos sobre los que la gente tradicional no podría tener control de otra manera.

Fuente

La concepción humana, según las creencias de la comunidad Macha en Bolivia.

Este apunte deriva de un apartado del artículo “El feto agresivo. Parto, formación de la persona y mito-historia en los Andes” basado en veinticinco entrevistas en quechua, realizadas por Tristan Platt entre 1994-95 y publicadas en el 2001. Los entrevistados eran madres, padres, parteros y parteras, de diferentes edades, todos ellos residentes en la región de la puna baja (c.3800 msnm) del territorio de los Macha, un gran ayllu de quechua-hablantes en el Norte de Potosí, provincia de Chayanta, Departamento de Potosí, en Bolivia.

En el siglo XVI, los Macha eran el gran ayllu dominante dentro de la federación Aymara y provincia Inka de Qaraqara. Hoy, después de muchos años de persistencia empedernida, las fuerzas de la modernización han debilitado, dividido y, en parte, disuelto su organización social. Sin embargo, muchos campesinos Macha han podido adaptarse a la modernidad mercantil cristiana, adoptando posiciones culturales sincréticas, a favor de sus creencias ancestrales; entre las que destacan las presunciones formuladas para explicar los misteriosos procesos vinculados con la concepción de una nueva vida.

Como comúnmente sucede en los Andes, entre los Macha, la posibilidad de fecundación y preñez se considera mayor durante la menstruación. La sangre menstrual es una parte principal de la contribución de la mujer a la sustancia fetal y se cree que el feto es como una planta (sach’a) y como tal necesita humedad para crecer. La idea de una planta que crece en el campo uterino de la mujer es una noción difundida por todo el mundo. Esta idea también se invoca cuando las mujeres de Macha opinan que la fertilidad individual de cada una está vinculada con una “virgen” (wirjina), que la patrocina y vive en la tierra de un campo cercano, cuyo nombre secreto sólo ella sabe y a quien ofrece libaciones.

El lenguaje de la sangre impregna todo el proceso de gestación y del parto y se tipifica en Macha por la distinción entre dos clases de sangre, la roja y la blanca. Dicen que, como la mujer, el hombre también tiene un útero (makri), que es la sede de su semilla (muju). El semen del hombre se considera derivado de la sangre, que se combina con la sangre menstrual en el momento de la concepción. Se cree que la pérdida de sangre al final del embarazo conlleva la expulsión de sangre roja y blanca y los grumos de sangre que se expulsan son considerados tanto masculinos como femeninos.

La menstruación también es considerada fértil debido a su asociación con el ciclo lunar. La Luna, influye en el cuerpo de la mujer durante todo el embarazo y el período de las lunas viejas y nuevas (wañu y urt’a) se considera como un período de fertilidad extrema o excesiva, porque se dice que en aquel momento el Sol está “cubriendo” (apareando con) la luna.

Otro concepto utilizado para expresar la concepción es el del ordeño; la mujer “ordeña las ovejas” (uwijamanta lichí ch’awanchis) y echa el cuajo dentro de la leche para producir el queso. La idea parece ser la de “ordeñar” el pene para que la semilla cuaje en el vientre de la mujer y produzca un feto. Y así como una sacudida súbita de la fuente de leche produce una división en el queso, por analogía el rayo que asusta a la mujer embarazada, puede producir un labio leporino o la división del feto en mellizos.

En imágenes conexas con la minería y la metalurgia, la eyaculación del macho en la vagina femenina, aparentemente se compara con el acto de echar metal derretido en un crisol o molde. En Macha, linki es el nombre de la grasa viscosa que cubre al bebé recién nacido. Un pellizco de este linki, sacado de los sobacos del bebé, se da a los que sufren la enfermedad de pérdida de grasa, que se produce tras el asalto de unos seres vampirescos, muy temidos, que se conocen como llik’ichiris. En el siglo XIX, un tipo especial de greda pegajosa, también llamada linki, se utilizaba en la Casa de la Moneda de Potosí para cubrir el punto del tubo de hierro de la fragua que se inserta en el horno, donde se funde la plata, para evitar que se fundiese con el crisol.

Pero el linki de los recién nacidos parece más bien lubricar la salida resbalosa del bebé, asegurando que no se “pegue” a las paredes del útero. También se utiliza linki para modelar las figuras de los diablos fálicos o tíos, que son expresiones de energía vital que pueblan las minas y proveen de mineral al minero. Así, el linki se asocia con lubricación, fertilidad y fluido seminal, y su presencia viscosa, al cubrir al bebé emergente, también refleja la equivalencia percibida entre el pene y el bebé, uno entra y el otro sale.

En evidente relación con la actividad de hilar y tejer, como era de esperar en una civilización donde el tejido de fibras animales o vegetales se ha valorado tradicionalmente por encima de todos los demás materiales artísticos, los Macha creen que la misma sangre se convierte en grumos al torcerse como lana hilada; el bebé se forma de los hilos de sangre que se van aglutinando dentro de los tejidos carnosos del vientre materno. Los grumos de sangre que salen durante el parto se asemejan a “pelotas de lana” (muruq’u), la vagina se compara con un textil que envuelve al pene y se dice que la misma faja usada para envolver al bebé contiene tantos hilos cómo el número de hijos que la mujer va a tener. Finalmente, cuando todo el vientre se “tuerce” (khiwiy) mientras se contrae durante el parto y los masajes que se aplican para reposicionar un feto también requieren movimientos de torcer con las manos; estos se comparan con el acto de torcer la lana para formar el hilo “como cuando se está hilando”.

Pero sólo puede crearse un fundamento viable para la formación de la nueva persona si los grumos de sangre se ponen en movimiento por la introducción de una chispa vital.

Desde otra perspectiva, la capacidad de la mujer para concebir se asocia con una piedra local de fertilidad o kamiri, un peñasco con forma humana, también llamada “huaca hembra”. La palabra kamiri proviene de la raíz quechua kama-, modificada por el nominalizador aymara –iri que se interpreta como “infundidor de la vida” y fue adoptada en 1583 por el III Concilio de Lima para traducir la idea judeo-cristiana de un Dios “creador”. Sin embargo, la filología moderna la interpreta como la acción de infundir vida en arquetipos inertes, refiriéndose en ambos casos, al mismo principio vital. Esta y otras traducciones imprecisas, como la palabra supay, propuesta por el III Concilio de Lima para traducir la idea cristiana de “diablo”, pero que para el hombre del Ande tiene el significado subyacente de “alma” de un antepasado; han contribuido mucho a la forma idiosincrásica de cristianismo que se ha desarrollado en los Andes.

La piedra kamiri sería una fuente de energía ctónica vital, que entra en el vientre de la mujer y pone en movimiento las sangres aportadas por la pareja de progenitores para formar un nuevo grumo viviente. La vida, desde esta perspectiva, nace de las profundidades de la tierra, entre los “diablos” machos y hembras del deseo y poder genésico y se introduce en el vientre de la mujer a través de una piedra de la fertilidad. Entonces, la chispa vital del feto es un alma ancestral que se transmite como una emanación del kamiri y adquiere forma sobre un nuevo fundamento de sangre, establecido dentro del vientre materno después de que cuaja el grumo inicial mediante la mezcla de la semilla masculina (sangre blanca) con la sangre menstrual femenina (sangre roja).

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Xochiquétzal, flor preciosa experta en el prodigio de placeres.

En los mitos Mesoamericanos de la creación, se menciona que Tlazoltéotl fue mujer de Piltzintecutli, hijo de la primera pareja de hombres, Cipactónal y Oxomoco. Con Piltzintecutli tuvo un hijo, Centéotl, dios del maíz; otros mitos refieren que también engendraron a Nanahuatzin, quien se sacrificaría en el fuego divino para convertirse en el Quinto Sol; a Xochipilli, dios de las flores y del amor y a Xochiquétzal, “flor preciosa” que nació de los cabellos de la diosa madre.

Xochiquétzal se llamaba la diosa del maíz tierno que presidía la aparición de las flores y las fiestas musicales. “Flor-Pluma de quetzal” o “Flor Preciosa” era también la diosa de la sexualidad femenina, las prostitutas, las flores, el placer, la artesanía, el tejido, la danza, el canto y las madres jóvenes.

Era esposa de Centeótl, aunque tuvo varios consortes y amantes; habitaba en Tamoanchan, “cerro de la serpiente”, uno de los paraísos situado en el primer cielo, el Tlalocan, el cual se localizaba en la cumbre del Cerro de la Malinche. Esta morada era una región llena de deleites y placeres, donde había fuentes, ríos, floresta y muchos lugares colmados de encantos y delicias. En este sitio había un árbol florido y el que alcanzaba a coger una de sus flores o era tocado por alguna de ellas, sería dichoso y fiel enamorado. Xochiquétzal era atendida por otras diosas y estaba acompañada y guardada por mucha gente, de tal manera que ningún hombre la podía ver.

En la mitología mexica, Tlazoltéotl, era la diosa de la sexualidad y Xochiquétzal era la diosa del amor; sin embargo en la literatura hispana, ambas son consideradas como diosas de la sexualidad, desde puntos de vista distintos y ninguna como diosa del amor. Este concepto probablemente se deba a la perspectiva cristiana de los cronistas españoles, quienes nunca profundizaron sobre este sentimiento en las culturas americanas.

Mediante algunos datos que ha proporcionado el fraile franciscano, Bernardino de Sahagún (1499-1590), autor de importantes obras en náhuatl y español sobre antropología mexicana prehispánica, se puede llegar a un acercamiento sobre la sexualidad de los mexicas. Según Sahagún, en el signo océlotl (ocelote) se celebraba una fiesta movible, en la que participaban “todos los pintores y labraderas”; unos ayunaban cuarenta días y otros veinte, a fin de alcanzar la “buenaventura para pintar bien y para tejer bien labores”, ofrecían a este propósito codornices e incienso y hacían otras ceremonias a la diosa Xochiquétzal.

Interpretada como “Flor-pluma de quetzal” o “Flor preciosa”, Xochiquétzal era venerada por los tlahuilcas, alcolhuas, xochimilcas, tlascaltecas y mixtecos, entre otros pueblos. Como Afrodita en Grecia, Xochiquétzal destacaba por su voluptuosidad, se le consideraba muy sensual y experta en el prodigio de placeres. Su esfera de acción estaba en el juego, el canto, la danza, la alegría y las flores. Se le rendía culto también como patrona de los pintores y diosa de las mujeres pintoras, así como protectora del arte de bordar, tejer, esculpir y el oficio de la orfebrería. Este conjunto de cualidades se consideraron asociadas a todas las artes que convergen en un fasto ceremonial, tanto oficiantes “expertas en el prodigio de placeres”, a manera de las sacerdotisas de los templos asirios y sumerios, como creadoras del ajuar consagrado y los utensilios rituales.

Su simbolismo erótico se despliega en las flores como mítica creación a partir de sus genitales. En el contexto nahuatl, la palabra flor, micté, se relaciona con el erotismo, mientras el murciélago, atributo de la noche, se asocia con el reino de los muertos, el Mictlan, de donde brotan las flores perfumadas.

Según la interpretación del Códice Magliabechiano;
“Quetzalcóatl, estaba lavándose, tocando con su mano el miembro viril, echó de sí la simiente y la arrojo encima de una piedra y allí nació el murciélago, al cual enviaron los dioses [a] que mordiese a una diosa que ellos llaman Xochiquétzal – que quiere decir rosa – que le cortase de un bocado lo que tiene dentro del miembro femenino; y estando ella durmiendo, lo corto y lo trajo delante de los dioses y lo lavaron, y del agua que de ello derramaron salieron rosas que no huelen bien, y después el mismo murciélago llevo aquella rosa al Mictlantecuhtli y allí lo lavo otra vez, y del agua que de ello salió, salieron rosas olorosas que ellos llaman súchiles, por derivación de esta diosa que ellos llaman Xochiquétzal”

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La fiesta de Carnaval en los Andes, suntuosidad y sexualidad para propiciar fertilidad.

La Fiesta del Carnaval  es un breve período de  descontrol popular que tiene lugar antes de la Cuaresma (cuarentena) cristiana y probablemente se origine en las grandes fiestas Bacanales o Dionisiacas celebradas en honor a los dioses de la abundancia y la sexualidad en las mitologías griega y romana. En la actualidad, estos rituales de raíz pagana están amparados por un sutil halo de permisividad abiertamente opuesto a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma. Sus reales orígenes, se esconden tras la suntuosidad de hermosos y atrevidos disfraces, música, baile y desfiles que encandilan a las multitudes enfocadas únicamente en beber y divertirse profusamente.

La Cuaresma cristiana comienza el  Miércoles de Ceniza, después de  tres días de Carnaval, prolongándose hasta el Domingo de Ramos. Estas fiestas no tienen una fecha fija, debido a que la Pascua de Resurrección se celebra el fin de semana con la primera luna llena después del solsticio de primavera (Norte),  otoño en el Sur.

La celebración del Carnaval se ha interpretado desde la época medieval como una fiesta de despedida de la carnalidad. Por eso, durante esos días se procura gozar de ella todo lo posible y en todas sus manifestaciones, ya que siguen 40 días en los que la religión prohíbe «disfrutar de los placeres de la carne».

Joan Corominas (1905-1997)  filólogo y etimólogo español en su Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, aclara que el término “carnaval” procede del italiano “carnevale”, y éste del antiguo “carnelevare”, expresión compuesta de “carne” y “levare” (retirar), que transmite el concepto del ayuno de la Cuaresma. La denominación italiana habría sido adoptada desde el Renacimiento gracias a la fama de la pomposa celebración de esta fiesta en la Italia de la época.

En las mismas fechas (febrero-marzo), en el marco de una cosmovisión totalmente distinta, los pueblos de los Andes Latinoamericanos han celebrado desde épocas muy antiguas  “el asentamiento de la siembra”, es decir, la aparición de los primeros brotes florales en los cultivos que se fortalecen con la temporada de lluvias. Con la imposición del cristianismo europeo durante el siglo XVI, esta celebración adopto el nombre de “Carnaval”, manteniendo su concepción ancestral mimetizada en un sincretismo cultural y religioso.

Esta festividad tiene connotaciones muy diferentes a las que los españoles trajeron al espacio andino, pues el Carnaval para los indígenas de los Andes es una fiesta profundamente ritual propiciatoria de la reproducción, tanto en el campo de la agricultura en la chacra,  como en la crianza de sus animales en los corrales y en las interrelaciones entre solteros y solteras, por lo que la permisividad sexual en estas celebraciones es mayor; incluso es una fecha propicia para iniciar los  “servinakuy” o matrimonios de prueba.

Hasta la sexualidad extramarital es aceptada socialmente y se encuentra ritualizada; sin embargo, ninguna aventura  es aceptada con personas extrañas a la comunidad, ya que se las asocia con la infertilidad, atentando contra el ideal endogámico que sólo se supera cuando una alianza matrimonial exógama enriquece a la comunidad. En ningún caso son aceptadas las relaciones incestuosas. Para reforzar los temores frente a las relaciones exogámicas se cuenta con diversas creencias y mitos sobre las nefastas consecuencias de que un joven o una joven se unan a monstruos, bestias o demonios, con apariencia de extranjeros.

Los Carnavales  Andinos desarrollan ritos de agradecimiento  propiciatorios para la reproducción, ya que la Mama Pacha (Madre tierra) se halla en plena gestación y los Runas (Hombres de los Andes) tienen que ayudarla en su labor. Por este motivo algunos objetos que intervienen en la fiesta tienen un carácter sexual; solo en esta fiesta se utiliza el “pinkullu”, instrumento musical precolombino con simbología  fálica. Después de la cosecha, desde mayo a septiembre, se toca la quena.

En la pareja andina las primeras relaciones con el otro sexo se presentan de manera espontánea, furtiva y apasionada. Si bien estas pasiones indómitas tiene visos de prohibidas, la sociedad sólo se opone de manera formal,  existe una aceptación de fondo a los amores juveniles fugaces.

El funcionario del registro nacional de identidad que pregunta por el padre del niño que esta inscribiendo, no tiene ningún motivo para sorprenderse si la madre le contesta … ¡es hijo del Carnaval!

Lo que pasa en el Carnaval, se queda en el Carnaval.

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Las concubinas de Zeus, símbolos del intenso erotismo de la mitología griega.

Emmanuel Many Benner

Emmanuel «Many» Benner

En la mitología griega, Zeus gobernaba el cielo, y sus hermanos Poseidón y Hades tenían el poder sobre el mar y el submundo, respectivamente. Casado con su hermana Hera, Zeus era padre de Ares, dios de la guerra; de Hebe, diosa de la juventud; de Hefesto, dios del fuego, y de Ilitía, diosa del parto.

Fiel reflejo de los griegos de la época,  Zeus no conseguía saciar su deseo por la búsqueda de placer, pasión que solo sosegaba mediante el rapto o la seducción de jóvenes y bellas mortales, para lo cual se valía de fantásticas estrategias encubiertas en su poder sobre la metamorfosis.

Los  relatos sobre  el rapto de Europa, el mito de Dánae y el de Leda y el Cisne han sido y esperamos que sigan siendo,  valiosas fuentes clásicas de inspiración erótica para poetas y artistas plásticos.

Europa hija de Agenor, Rey de Sidón, se encontraba jugado con sus compañeras en la playa, cerca a una manada de vacas, por lo que Zeus que estaba impresionado por su belleza se mezcló con el rebaño convertido en un hermoso toro blanco con cuernos semejantes a un creciente de luna. Poco a poco, se fue acercando y acabó tumbándose a los pies de la bella Europa. La muchacha, asustada al principio, fue tomando confianza, comenzó por acariciar al animal y termino sentada en su espalda. Sin dejarle tiempo para reaccionar, el toro se levanto y se lanzo hacia el mar. Así llegaron a la isla de Creta y en Gortina, Zeus se une con Europa. Fruto de estos amores nacieron Minos, Saperón y Radamantois.

Dánae  era una de las hijas de Euridice y de Acrisio, Rey que alternaba el gobierno de Argos con Preto, su hermano gemelo. Consultando el oráculo, Acrisio se entera de que no sólo no tendría hijos varones, sino que su nieto, el hijo de Dánae, le daría muerte y decide  recluir a su hija en una sólida cámara para evitar cualquier contacto carnal. Zeus se enamora de Dánae, que yacía desnuda sobre un lecho soñando con su ansiada libertad, se transforma en una suavísima lluvia dorada y entra en la habitación por una de las rendijas de la cámara. Así, gota a gota, Zeus va impregnando el cuerpo desnudo de Dánae. Estas gotas doradas, la invadieron toda, introduciéndole la semilla de una nueva vida, la de Perseo.

Leda era una princesa de Etolia y estaba casada con Tindáreo. Zeus se apasiono por ella y en el lago, transformado en cisne simulaba huir de un águila; una vez refugiado en su regazo logró vencer su resistencia con caricias y tuvieron amores. Leda, durmió con su marido esa misma noche. Según la leyenda, Leda puso dos huevos, de uno de ellos nacieron  Helena, que sería raptada por Paris y llevada a Troya, y Pólux, uno de los Dióscuros, ambos seres divinos; del otro huevo nacieron los hijos de Tíndareo, Cástor, el otro Dioscuro, y Clitemestra que sería esposa del rey Agamenón.

Desde que el hombre comenzó a buscar explicaciones para los fenómenos naturales, que a la vez lo fascinaban y aterrorizaban,  creó los dioses segun su propia imagen y los dotó de sus mismos atributos, para poder reconocerse a sí mismo en ellos.

Para los antiguos griegos, el erotismo era una forma de expresión del gozo de vivir la vida en compañía de sus dioses, con quienes compartían un mismo orden colectivo. Para entender este concepto, es necesario ubicarse dentro de una cosmovisión  que implica dejar a un lado los patrones mentales instituidos por la cultura occidental y cristiana y olvidar las pautas de conducta referentes a monogamia, heterosexualidad y fidelidad.

El amor y el deseo, eran interpretados como fuerzas fantásticas y creativas, que proveían la energía para mover el mundo, el fin justificaba los medios; el erotismo creativo, lo era todo. Por amor o pasión se mata, se miente, se expían culpas, se rompen amistades y se disuelven lazos familiares.

El deseo erótico no se inhibía ante ningún obstáculo y se expresaba con total libertad entre los miembros de una misma familia, en el mundo de los dioses y en el de los mortales. Ninguna cultura muestra las relaciones incestuosas  de una forma tan explícita, ni exalta con tanta libertad  los vínculos homosexuales masculinos y femeninos.

Los mitos a los que nos hemos referido, son alabanzas alusivas al vehemente deseo erótico entre el poder (un dios) y la inocencia (una mortal); el es poderoso, ella joven y bella y juntos engendran hijos divinos e hijos mortales. La gran ave con pene capaz de copular con Leda, la suave lluvia que impregna y preña a Dánae y los encantos seductores del toro que secuestra a Europa, son elementos eróticos explícitos, producto de una fantasía que encontró en la metamorfosis su mejor recurso.

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Las Lupercalia, exaltación de la sexualidad y la fertilidad en Roma.

En Roma, las Lupercales o Lupercalia eran las festividades más importantes de la fertilidad y la purificación, se celebraban el día 15 del mes de febrero. Estas fiestas fueron supuestamente instituidas por Evandro el arcadio en honor de Pan Liceo (también llamado Fauno Luperco). A Pan Liceo  se le relacionaba con el bestialismo practicado por los pastores de cabras, lo que derivo en su  creciente importancia como dios de la sexualidad viciosa.

El nombre deriva de lupus (lobo), animal que representa a Fauno, una de las divinidades romanas más antiguas, venerado también como Luperco, e hircus (caprino). Se celebran desde tiempos inmemoriales y siempre han sido fiestas en las que se propiciaba de manera desenfrenada la exaltación de la sexualidad y la fertilidad.

El día quince de Febrero  grupos de jóvenes, los Luperci, subían a una pequeña gruta que posteriormente fue llamada Ruminal, a los pies de una higuera sagrada en el monte Palatino donde sacrificaban perros y un macho cabrío.

Los jóvenes sacerdotes, eran hijos adolescentes de los ciudadanos más notables de la ciudad, y se presentaban casi desnudos excepto por unas minúsculas tiras de cuero que les servían de taparrabos. Al inicio de la ceremonia, uno de ellos  clavaba un puñal en el cuello del macho cabrío, animal considerado impuro. Por turno, cada uno de los Luperci  manchaba su frente con la sangre del animal y cuando todos habían recibido la marca, estallaban en estruendosas carcajadas rituales.

Poco después fabricaban látigos artesanales con la piel del animal sacrificado, y se lanzaban a una loca carrera alrededor del monte Palatino azotando con el improvisado látigo a cualquiera que se cruce en su camino. Un gran número de mujeres jóvenes procuraban recibir los sagrados azotes de estos exaltados sacerdotes, exhibiendo su cuerpo y coqueteando alegremente con ellos. El clima era de total desenfreno y frenesí.

Para las mujeres, este rito aumentaba su fertilidad poniéndoles las carnes de color púrpura. Éste color representaba a las prostitutas de la época, en particular las que ejercían la prostitución sagrada con los Lupercos en el Ara Máxima, también llamadas lupas o lobas. Los jóvenes semidesnudos representaban al dios Pan, divinidad fecundadora y nieto del lobo Licaón.

Licaón era hijo de Pelasgo y se cree que junto con los sacrificios humanos estableció la antropofagia; Zeus enfurecido, lo convirtió en un feroz lobo, pero le concedió la gracia de que cada diez años, sino había comido carne humana, volvía a ser humano. Pero cada vez que tomaba la forma de hombre volvía a hacer sacrificios y comer carne humana y volvía a convertirse en lobo.

En el año 494, en el periodo en el cual el cristianismo ganaba terreno como religión oficial en Roma, hacía muchos años que los decretos de Flavius Theodosius  prohibían esta celebración pagana y el Papa Gelasio I la reemplazo por la festividad de San Valentín  un supuesto mártir cristiano que habría sido  decapitado por ordenes del emperador romano Claudio II,  acusado de casar clandestinamente a los jóvenes que se negaban a ir a la guerra.

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